1. Introducción

Como parte del debate sobre la clasificación de los verbos como unidades léxicas, se ha intentado determinar qué papel juega dicho significado en la elección de las formas verbales, esto es, en qué medida este se relaciona con el aspecto gramatical. También se ha debatido sobre la naturaleza (lingüística o extralingüística) de esta categoría. Con todo, los autores no logran ponerse de acuerdo sobre cuál es la clasificación que mejor permite comprender de qué manera se adquieren y se usan los tiempos verbales.

Este artículo tiene como objetivo presentar una nueva propuesta de clasificación de los verbos como unidades léxicas, así como mostrar una nueva manera de relacionar el significado léxico y la morfología. Para ello, partimos de que los verbos son polisémicos, tanto desde el punto de vista léxico como del gramatical, y afirmamos que la pluralidad de significados léxicos (acepciones) de los verbos puede depender, en alguna medida, de la pluralidad de significados de los morfemas de tiempo.

La clasificación que aquí proponemos fue concebida en el marco de un estudio (Cruz Enríquez, 2019) que analiza en profundidad la polisemia de los tiempos verbales y su relación con la polisemia de los verbos como unidades léxicas en el marco de la narración. En dicho estudio se propuso un nuevo modelo para el estudio de los tiempos verbales del español que divide la narración en cuatro funciones narrativas, las cuales permiten analizar las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas de los significados de los tiempos verbales. Durante la clasificación de estas funciones, se encontró que existía una estrecha relación entre el significado léxico y el gramatical, y que esta relación dependía de la función narrativa. Por razones de espacio, en este artículo nos centraremos solamente en la clasificación de los verbos según el llamado aspecto léxico que resultó de ese estudio.

En la sección 2 hablaremos sobre cómo la categoría aspecto ha sido definida por los diferentes autores. En la sección 3 proponemos una nueva manera de clasificar los tipos de significado léxico de los verbos, basada en la capacidad de ser o no narrados.

2. El aspecto o los aspectos

La categoría gramatical ʻaspectoʼ ha sido objeto de una larga discusión entre los lingüistas (Comrie, 1976; Imbs, 1960; Weinrich, 1974, entre muchos otros). Esta categoría ha sido definida por Imbs (1960, p. 15) como «una de las cualidades inherentes al proceso», y por Comrie (1976, p. 3) como «las diferentes maneras de ver la estructura temporal interna de una situación». En esta sección veremos algunos conceptos de aspecto y algunas de las diferentes maneras en las que se han relacionado las informaciones aspectuales.

2.1. Aspecto gramatical

El contraste semántico entre algunas formas verbales del español y de otras lenguas (como el francés), principalmente entre cantó-cantaba, ha sido explicado por varios lingüistas a partir del aspecto gramatical. El aspecto gramatical, también llamado morfológico o flexivo, se basa principalmente en la distinción entre perfectivo-imperfectivo (Comrie, 1976; Vetters, 1996). Algunos gramáticos señalan que las formas perfectivas indican situaciones puntuales o momentáneas de limitada o corta duración, mientras que las imperfectivas indican situaciones ilimitadas o de larga duración. Comrie se basa en el siguiente ejemplo para explicar los términos perfectivo-imperfectivo:

(1) Juan leía cuando entré (Comrie, 1976, p. 3)

En (1), el primer verbo (leía) «presents the background to some event, while that event itself is introduced by the second verb» (1976, p. 3). Comrie enlaza la idea de que la forma cantaba presenta el plano de fondo (background) del evento referido por la forma cantó, con los conceptos de imperfectividad y perfectividad. Así, afirma que leía es una forma imperfectiva, ya que «hace referencia explícita a la estructura temporal interna de la situación», esto es, «hace referencia a una porción interna de la lectura de Juan, mientras que no hay una referencia explícita al principio o al final de su lectura» (1976, p. 4). Señala que la forma entré, en cambio, es perfectiva porque presenta la totalidad de la situación referida «sin hacer referencia a su estructura temporal interna: la situación entera se presenta como un todo único inanalizable, con comienzo, medio y final, todo en uno; no se hace ningún intento de dividir esta situación en las diversas fases individuales que componen la acción de entrar» (1976, p. 3). Por otra parte, indica que la forma perfectiva denota una situación completa, mientras que la imperfectiva denota una situación incompleta (1976, p. 18).

Cabe señalar que los términos «perfecto» y «perfectivo» por una parte, e «imperfecto» e «imperfectivo», por la otra, han sido frecuentemente confundidos o intercambiados, lo cual dificulta la comprensión de los diferentes modelos del sistema verbal. Comrie señala que el término «perfecto», que contrasta con «imperfecto», «se refiere a una situación pasada que tiene relevancia actual, por ejemplo el resultado actual de un evento pasado», como en his arm has been broken (su brazo se ha roto) (1976, p. 12). Así, por ejemplo, las definiciones que ofrece el Diccionario de la lengua española se ajustan a los términos perfecto e imperfecto –que expresan, respectivamente, acción terminada y no terminada–, relacionados con las fases aspectuales (sección 2.2), pero no a los términos perfectivo e imperfectivo, relacionados con el aspecto gramatical. Siguiendo a Comrie (1976) y a otros autores (Dik, 1987; Te Winkel, 1866; entre otros), en este trabajo emplearemos los términos perfecto e imperfecto para referirnos a las fases aspectuales (sección 2.2).

2.2. Fases aspectuales

Las acciones que tienen una cierta duración, como cantar una canción o leer un libro, pueden dividirse en fases naturales que enfoquen las distintas etapas del desarrollo de la acción: antes, durante y después de su realización. La representación en la lengua de esas fases naturales es lo que se conoce como fases aspectuales (Lareau, 2008). Dik (1987) propone distinguir siete fases aspectuales (ver Tabla 1).

Tabla 1.Fases aspectuales propuestas por Dik (1987, p. 61)
Fase de aspecto: Ejemplo (Dik, 1987) Ejemplo en español
prospectivo
prospectivo inmediato
ingresivo
progresivo
egresivo
perfecto inmediato
perfecto
John is going to write a letter.
John is about to write a letter.
John starts writing a letter.
John is writing a letter.
John finishes writing a letter.
John has just written a letter.
John has written a letter.
Juan va a escribir una carta.
Juan está a punto de escribir una carta.
Juan empieza a escribir una carta.
Juan está escribiendo una carta.
Juan termina de escribir una carta.
Juan acaba de escribir una carta.
Juan ha escrito una carta.

En este trabajo nos centraremos en las fases relacionadas con el aspecto prospectivo, progresivo y perfecto, ya que en el español se han gramaticalizado, respectivamente, en las frases verbales: va a cantar, está cantando y ha cantado. Es interesante determinar posibles usos de las formas simples en los que estas adquieran un significado aspectual, ya que reemplazan a una de las frases verbales que normalmente designan las fases aspectuales. Por otra parte, cabe señalar que las fases aspectuales están estrechamente relacionadas con los procesos que tienen un fin inherente. En la sección 2.3 hablaremos sobre los tipos de procesos según la naturaleza de su desarrollo.

2.3. Aspecto léxico

Otra de las nociones que han aparecido en la literatura bajo el nombre de aspecto es la de aspecto léxico, que caracteriza «el modo en que tiene lugar el evento descrito por un predicado» (de Miguel, 1999, sec. 46.1). También se le ha definido como «estructura interna» de la situación referida por el verbo, que informa sobre cómo la situación se ubica en la línea temporal, ya sea como un punto o como un lapso que puede estar o no delimitado (Vetters, 1996, p. 77). La semejanza entre las definiciones de aspecto léxico y aspecto gramatical (ver sección 2.1) parecen deberse a que la elección de un tiempo verbal suele depender «no solo de la localización temporal del referente, sino también de su estructura interna» (Vetters, 1996, p. 77). Sobre la relación entre ambas categorías hablaremos en la sección 3.1.

Para ilustrar la diferencia entre el aspecto léxico y el aspecto gramatical, Vetters plantea que «el aspecto léxico concierne a las características virtuales, fuera de contexto, de una situación, el aspecto gramatical, una ocurrencia actual, en un contexto particular de esta situación» (Vetters, 1996, p. 79). Así, plantea que

le mode d’action concerne de façon abstraite et hors contexte l’existence d’un point d’accomplissement inhérent à une situation après lequel la situation ne peut plus continuer. Les situations téliques, comme «dessiner un cercle», ont une telle borne inhérente, alors que les situations atéliques, comme «marcher», n’en ont pas (Vetters, 1996, p. 78).

Esta distinción entre télico y atélico ha guiado la mayoría de las investigaciones recientes sobre la aspectualidad en las lenguas romances (Vetters, 1996, p. 78). En español, esta distinción fue destacada por Bello, quien llama «desinentes» a los verbos como nacer y morir, en los que «el atributo, por el hecho de haber llegado a su perfección, expira», y «permanentes» a los que, como ser, ver y oír, después de su perfección pueden seguir durando (1951[1847], párr. 625).

Otras clasificaciones han distinguido entre estados y eventos, y entre eventos durativos y eventos puntuales. En la clasificación de Vendler (Tabla 2), el carácter télico se opone al atélico, el dinámico al estativo, y el puntual contrasta con el durativo. Como ya mencionamos, la telicidad es propia de las situaciones que tienen un fin inherente (correr un kilómetro, alcanzar la cima). La oposición estativo-dinámico distingue los estados (ser, saber, querer) de las otras tres categorías (caminar, leer un libro, despertarse). Por último, la puntualidad es propia únicamente de las situaciones de logro (encontrar algo, perder algo, reconocer a alguien, alcanzar la cima).

Tabla 2.Las cuatro clases de aspecto léxico propuestas por Vendler (1967)
Estado Actividad Realización Logro
Dinámico + + +
Télico + +
Puntual +

Como puede verse en la clasificación de Vendler, la presencia de un complemento directo puede modificar el aspecto léxico. Así, escribir es un verbo de actividad, sin un fin inherente, mientras que escribir una carta es una realización.

Varios gramáticos han señalado que los significados aspectuales pueden ser expresados en el interior del verbo o en estructuras más amplias, reflejando así la naturaleza composicional del aspecto léxico (de Miguel, 1999; entre otros). Verkuyl (1993), por ejemplo, parte de la importancia de ver el predicado como un todo para realizar su clasificación e incluso para nombrar esta categoría como ʻaspecto predicativoʼ. En su clasificación, basada en el neerlandés, distingue entre eventos terminativos y dinámicos, según lo que él llama el Plus Principle. Parte del papel que juegan los rasgos [add-to] y [sqa] en la determinación del tipo de aspecto y establece lo siguiente: el rasgo [add-to] expresa la dinamicidad del verbo, de manera que para los verbos dinámicos (escribir, leer) este rasgo posee un valor positivo ([+add-to]), y para los estáticos (amar, odiar) posee un valor negativo ([−add-to]); el rasgo [sqa] (specified quantity of A), por su parte, indica el carácter delimitado-no delimitado del NP (noun phrase: predicado nominal) que actúa como argumento interno del verbo. Así, un NP delimitado, como «una manzana», posee un valor positivo para este rasgo ([+sqa]), y un NP no delimitado («manzanas») posee un valor negativo ([−sqa]). Según Verkuyl (1993), los predicados terminativos requieren la presencia de valores positivos para ambos rasgos, esto es, la combinación de un verbo [+add-to] con un argumento [+sqa], de las restantes combinaciones se obtienen predicados durativos (ver ejemplo (2)). De ahí el nombre de Plus Principle. González (2003) demuestra que esta clasificación se aplica también para el español:

(2) a. Teo escribe una carta.
[+sqa] [+add-to] [+sqa] → terminativo
b. Teo escribe cartas.
[+sqa] [+add-to] [−sqa] → durativo
c. Los niños escriben una carta.
[−sqa] [+add-to] [+sqa] → durativo
d. Teo espera una carta.
[+sqa] [−add-to] [+sqa] → durativo

En el modelo de Halliday y Matthiessen (2014), los procesos se distinguen partiendo de la distinción semántica general entre lo material y lo consciente como formas de la experiencia mutuamente contradictorias. Así, se parte del contraste entre la experiencia externa (outer experience) y la interna (inner experience) (pp. 214 y ss.). La primera, representada por los procesos materiales, consiste en todo lo que ocurre en el mundo exterior. La segunda, relacionada con los procesos mentales, abarca lo que tiene lugar dentro de nuestra conciencia y es, en parte, nuestra reacción a la experiencia externa, nuestra manera de percibirla, de reflexionar sobre ella, de reaccionar ante ella. Además de los procesos materiales (doing) y mentales (sensing), Halliday y Matthiessen se refieren a un tercer grupo que abarca los procesos de identificación y clasificación (la ubicación estática en el espacio, la posesión estática, y la cualidad estática): los procesos relacionales (being). Estos procesos consisten en generalizar y «relacionar un fragmento de experiencia con otro en algún tipo de relación taxonómica: esto es lo mismo que eso, esto es una especie de lo otro» (Halliday & Matthiessen, 2014, p. 214).[1] Los procesos de este grupo pueden considerarse parte tanto de la experiencia externa (ella está en el comedor; ella tiene una botella; la botella está vacía) como de la interna (ella es feliz; La estupidez es aterradora (para ella)) (Halliday & Matthiessen, 2014, p. 260).

3. Los tipos de procesos en el modelo FSF: distinción entre lo narrativo y lo comentativo

En esta sección presentaremos una nueva clasificación de los tipos de procesos, basada en la capacidad de estos de ser o no narrados. Antes de adentrarnos en la caracterización de los procesos narrativos y comentativos, haremos un resumen de algunas cuestiones que permitirán comprender mejor nuestra clasificación.

3.1. Algunas consideraciones sobre el aspecto léxico y el aspecto gramatical

Varios autores se han referido a la estrecha relación que existe entre el aspecto léxico y el aspecto gramatical. Vetters (1996, p. 108), por ejemplo, señala que el aspecto léxico influye en el aspecto gramatical de dos maneras:

  1. Existen restricciones de compatibilidad entre los aspectifs[2] y aspecto léxico, de manera que la línea divisoria entre los aspectifs no corresponde necesariamente a la que separa los aspectos perfectivo e imperfectivo. Así, por ejemplo, los estados son incompatibles con la forma progresiva en inglés (*She was being tired) (Vetters, 1996, p. 108).

  2. El aspecto léxico puede influir en el sentido del aspectif. Así, una situación atélica como «Paul marcher» en imperfecto (Paul marchait/Paul caminaba) implica que Paul ha caminado, mientras que una situación télica como «Paul dessiner un cercle» en imperfecto (Paul dessinait un cercle/Paul dibujaba un círculo) no implica que Paul haya dibujado un círculo. (A este fenómeno Dowty (1972) le llamó la paradoxe imperfectif). Los estados, por su parte, cuando aparecen en passé simple, pueden ser vistos en su globalidad (Louis XIV fut roi de 1643 à 1715/ Luis XIV fue rey de 1643 a 1715), o pueden calificar un intervalo con un valor incoativo que focaliza la transición entre dos estados (Après le troisième verre, il fut ivre mort/Después del tercer vaso, él se sintió completamente borracho). En este último caso, el passé simple transforma los estados en situaciones télicas (Vetters, 1996, p. 109).

En relación con el punto ii), Bello plantea que la relación que se establece entre dos acciones en pretérito, y entre una acción y el momento del habla, depende de si el verbo es desinente, como nacer y morir, o permanente, como ser y ver. Así, Bello señala que

El pretérito de los verbos desinentes significa siempre la anterioridad de toda la duración del atributo al acto de la palabra, como se ve por estos ejemplos: «Se edificó una casa»; «La nave fondeó a las tres de la tarde». Mas en los verbos permanentes sucede a veces que el pretérito denota la anterioridad de aquel solo instante en que el atributo ha llegado a su perfección: «Dijo Dios, sea la luz, y la luz fue»; fue vale lo mismo que principió a tener una existencia perfecta. Es frecuente en castellano este significado del pretérito de los verbos permanentes, precediéndoles las expresiones luego que, apenas, y otras de valor semejante. «Luego que se edificó la casa me mudé a ella»: el último instante de la edificación precedió al primero de la mudanza, porque el verbo edificar es desinente. «Luego que vimos la costa nos dirigimos a ella»: no todo el tiempo en que estuvimos viendo la costa, sino sólo el primer momento de verla, se supone haber precedido a la acción de dirigirnos a ella; porque la acción de ver es de aquellas que, perfectas, continúan durando (1951[1847], párr. 626).

Es interesante aclarar que los verbos ser, ver y oír poseen, en realidad, varios significados, algunos de los cuales son permanentes y otros desinentes. Las definiciones que el Diccionario de la lengua española ofrece de algunos verbos permiten ilustrar esta idea. Así, este recoge como primeras acepciones de ver y oír, respectivamente: «1. tr. Percibir con los ojos algo mediante la acción de la luz. U. t. c. intr.» y «1. tr. Percibir con el oído los sonidos» (Real Academia Española, 2017). En (3) y (4) se muestran ejemplos de acepciones permanentes de estos verbos.

(3) María no ve bien, es miope.

(4) María oye bien desde su visita al otorrino.

Sin embargo, ver, oír y ser pueden comportarse también como verbos desinentes. Así, según el Diccionario de la lengua española, ver y oír poseen el sentido de percibir, cuando este verbo equivale a captar, en su primera acepción: «1. tr. Percibir algo por medio de los sentidos o de la inteligencia, percatarse, comprender. Captar un ruido, un propósito oculto» (Real Academia Española, 2017). En los ejemplos (5) y (6), se observa cómo ver y oír también poseen el significado de percatarse de algo, gracias al uso del sentido de la vista y el oído, respectivamente: «2. prnl. Darse cuenta clara de algo, tomar conciencia de ello» (Real Academia Española, 2017). El verbo ser, por su parte, también significa «7. intr. Suceder, acontecer, tener lugar» (Real Academia Española, 2017), como en (7).

(5) María vio a los atracadores y se escondió en el baño.

(6) María oyó a los atracadores y se escondió en el baño.

(7) El partido fue a las seis (Real Academia Española, 2017).

De Miguel, por su parte, plantea que los verbos de realización tienen una interpretación interrumpida, equivalente a la de los verbos de actividad, cuando presentan la forma Cantaba, como en leía el periódico (de Miguel, 1999). Así mismo, los verbos lexicalmente no delimitados «adquieren un límite» cuando se emplea la forma Cantó. En (8), por ejemplo, saber cosas adquiere un valor incoativo o ingresivo, equivalente a «pasó a saber cosas» (de Miguel, 1999, p. 3046).

(8) Gracias a su hermano, Juan supo cosas que no imaginaba (de Miguel, 1999, p. 3046)

Cabe subrayar que, teniendo en cuenta la polisemia de los verbos, no debe considerarse que estos cambien necesariamente de aspecto léxico cuando aparecen acompañados de determinados morfemas de tiempo. Lo que ocurre, en realidad, es que se ha empleado una acepción diferente del verbo. Así, en (8) se ha empleado una acepción de saber (“comenzar a tener noticia o conocimiento de algo, enterarse de algo”) diferente de la que se usa en (9) (“tener noticia o información sobre algo”).

(9) Juan se enteró de cosas que no sabía.

En cuanto al debate sobre la naturaleza del aspecto léxico, es interesante señalar que, aunque la mayoría de los autores (de Miguel, 1999, entre muchos otros) lo estudian como un fenómeno lingüístico, también se le ha considerado de carácter extralingüístico. Vetters (1996), por ejemplo, subraya la importancia del conocimiento extralingüístico a la hora de interpretar diferentes predicados. A modo de ejemplo, plantea que leí un libro generalmente quiere decir que se leyó el libro desde el principio hasta el fin, mientras que leí el periódico suele indicar que se leyó una parte de este (1996, p. 93). El ejemplo de Vetters constituye una metonimia: se ha empleado el todo por la parte, el periódico por una parte de él, por un conjunto de sus páginas, y es, en efecto, nuestro conocimiento extralingüístico lo que nos permite concluir esto.

A partir de estas consideraciones, podemos llegar a las siguientes conclusiones:

  1. La causa por la que es posible clasificar los verbos de varias maneras teniendo en cuanta el aspecto léxico es de naturaleza lingüística: los verbos pueden ser polisémicos (morir de amor por alguien; morir de vejez).

  2. Los factores que permiten determinar cuál de las acepciones del verbo se ha empleado en cada caso pueden ser de distinta naturaleza. Así, estos pueden ser lingüísticos, como la morfología, la sintaxis o los argumentos que acompañan al verbo; pero también pueden ser extralingüísticos y depender de nuestro conocimiento del mundo.

Todas estas cuestiones, que pueden resultar aún abstractas, se explicarán con mayor profundidad en las próximas secciones.

3.2. El papel de la polisemia en la relación con el tipo de proceso, la morfología y el tipo de enunciado

Como acabamos de ver, la polisemia de los verbos permite explicar la relación entre la morfología verbal y el tipo de proceso: las diferentes acepciones de un verbo aceptan formas diferentes en los distintos contextos en los que estos pueden aparecer. Sin embargo, todavía no hemos profundizado sobre cuáles son esos contextos que determinan la forma verbal que se emplea en cada caso. En esta sección introduciremos brevemente la distinción entre comentario y narración, la cual, desde la perspectiva de este estudio, constituye la clave para comprender este fenómeno. En este artículo nos centraremos en la relación entre el tipo de enunciado y el aspecto léxico. Para otras definiciones de estos enunciados, el lector puede consultar otras obras (Benveniste, 1966; Dahl, 1984; Labov, 1972; Weinrich, 1974; entre otros).

Según Halliday y Matthiessen (2014), la narración se caracteriza por el predominio de procesos materiales, frente a un predominio de procesos relacionales propio de otros tipos de enunciados. Aunque Halliday y Matthiessen (2014) no profundizan en las características de esos otros tipos de enunciado, sino que apenas mencionan algunos ejemplos, como la caracterización, propia de las descripciones de las características del sujeto (p. 664), para los intereses de este artículo incluiremos esos otros tipos de enunciado dentro del comentario. Por otra parte, el predominio de procesos materiales se asocia a otra característica de la narración que también la distingue del comentario: la secuencia temporal representada por el flujo de una serie de eventos consecutivos:

This integrating of a series of events into a subsequence is a feature of narratives in general, including not only fictional stories but also narrative passages in biographical recounts, news reports and other kinds of text where past experience is construed in terms of a time-line. (Halliday & Matthiessen, 2014, p. 430)

Si relacionamos esta distribución de los tipos de procesos en los dos tipos de enunciado, podemos deducir una característica que permite a algunos procesos ser narrados: de ellos puede afirmarse que poseen un fin inherente y, por tanto, pueden completarse y colocarse en una secuencia de eventos organizados cronológicamente. Así, pues, la morfología es una consecuencia de esa característica: en la secuencia de eventos, los verbos adquieren la forma Cantó (10).

(10) Hubo un robo en el banco. La policía llegó muy pronto a la escena. Los rehenes vieron el coche patrulla afuera del edificio y se alegraron. El jefe de la policía les dijo a los ladrones que estaban rodeados.

Por su parte, el comentario recoge los juicios o consideraciones de los personajes sobre el mundo que les rodea, la experiencia interna, en palabras de Halliday y Matthiessen (2014). Es por ello por lo que en esta esfera predominan los procesos que sirven para describir y caracterizar, como los relacionales: ella está en el comedor; ella tiene una botella; la botella está vacía; ella es feliz (p. 260). En cuanto a los procesos mentales –que abarcan lo que tiene lugar dentro de nuestra conciencia– y los verbales (decir), según Halliday y Matthiessen (2014), estos permiten introducir los procesos relacionales mediante la proyección: saber/decir que la botella está vacía; sentir/decir que es feliz; ver/decir que había una gran plataforma, etc. El carácter narrativo o comentativo de estos procesos dependerá del significado específico con el que se emplee en cada caso. Recordemos, por ejemplo, la diferencia entre dos significados de saber en (8) y (9), que aquí presentamos en (11) y (12): el primero está siendo narrado, el segundo, comentado.

(11) Gracias a su hermano, Juan supo cosas que no imaginaba (de Miguel, 1999, p. 3046)

(12) Juan se enteró de cosas que no sabía.

Hasta aquí hemos visto que la distinción entre lo material y lo consciente permite observar cómo el material del comentario pasa a la parte no narrativa de la narración mediante la proyección. La distinción entre télico y atélico, por su parte, permite comprender mejor la distribución de los diferentes tipos de procesos en la narración: los procesos télicos pueden ser narrados, los atélicos, no.

Cabe preguntarse cómo pueden relacionarse todas estas informaciones entre sí y con la morfología verbal. Como mencionamos, la forma que los verbos adquieren en cada caso depende de si pueden ser narrados o comentados, entre otros factores. Por otra parte, en el español, Cantó es la forma verbal que designa los acontecimientos de la secuencia narrativa, en la que solo pueden colocarse aquellos procesos que pueden ser completados: los procesos télicos. Cabe señalar que esto no quiere decir que Cantó designa acciones completadas o perfectas. Cuando decimos: Juan entró a un restaurante y pidió mucha comida, no designamos acciones perfectas, sino acciones en curso: no nos referimos al estado en el que se encuentra Juan una vez dentro del restaurante, con varios platos de comida, sino al proceso mismo de entrar al restaurante y al de pedir la comida. Estos procesos se oponen a los que no pueden completarse y, por tanto, tampoco pueden ser narrados, sino comentados: los atélicos.

Llegados a este punto, el lector estará listo para comprender mejor la clasificación bipartita de los procesos según su capacidad de ser o no narrados. Veamos ahora las definiciones de los procesos comentativos y narrativos, así como algunos ejemplos que permitirán comprender mejor esta clasificación, la cual refleja la polisemia de los verbos como unidades léxicas.

3.3. Los procesos narrativos y el primer plano

Los procesos narrativos, como su nombre lo indica, son los procesos que pueden ser narrados, esto es, colocados en una secuencia de procesos igualmente narrativos que están organizados cronológicamente. Esta secuencia de procesos colocados en orden cronológico y que, por tanto, constituyen información nueva, es lo que tradicionalmente se conoce como el Primer plano (PP) de la narración (Dahl, 1984; Labov, 1972; Reinhart, 1984; entre otros). Obsérvense los siguientes ejemplos:

(13) La hija de María nació ayer.

(14) María leyó la carta y luego le dijo a su madre que se sentía mal.

(15) María corrió y luego le dijo a su madre que estaba cansada.

Cabe señalar que, en (15), correr no requiere la presencia de un objeto directo para que se interprete que este proceso posee una culminación. El solo hecho de pertenecer a una secuencia de eventos hace que su culminación esté implícita. Si leemos la cláusula completa es posible interpretar que el cansancio de María se debe a que ha corrido una distancia igual o mayor que la que se requiere para agotarla.

Los procesos narrativos pueden dividirse en fases naturales que enfocan las distintas etapas del desarrollo de la acción (antes, durante y después de su realización) y que están representadas en la lengua mediante las fases aspectuales. Sin embargo, estas fases constituyen procesos comentativos, como veremos a continuación.

3.4. Los procesos comentativos y el plano de fondo

Acabamos de ver que el PP de la narración está conformado por una secuencia de procesos narrativos. En esta sección veremos cómo los procesos que predominan en el comentario pasan del comentario a la narración mediante una proyección. La presencia del comentario en la narración se enmarca en el llamado plano de fondo (PF). Según la definición más generalizada del PF, este contiene el material de apoyo que permite evaluar o interpretar un evento del primer plano; así como hacer predicciones sobre lo que ocurrirá después, proveer orientación (descripción de la escena), explicación e identificación (Bardovi-Harlig, 1998; Dry, 1992; Hopper, 1979; Labov, 1972; Reinhart, 1984). No es interés de este trabajo profundizar en la definición del PF, pero sí interesa enfocar una parte de este que nos facilita la explicación de los procesos comentativos.

Los procesos comentativos designan un estado que caracteriza el mundo que rodea a los hablantes-personajes. Estos procesos, a diferencia de los narrativos, por carecer de un fin inherente no pueden aparecer en una secuencia narrativa, ya que no pueden considerarse como anteriores o posteriores a otros procesos y, por tanto, tampoco pueden ordenarse cronológicamente. Subrayamos «inherente» porque, en realidad, nuestro conocimiento del mundo nos permite comprobar que los estados pueden culminar y dar paso a otro estado. Sin embargo, la capacidad de culminar no los define. Así, por ejemplo, en el café se enfrió, enfriarse es un proceso narrativo que ha pasado por las diferentes etapas del desarrollo (o fases aspectuales), lo cual permite que pueda afirmarse que el café se ha enfriado (fase perfecta del mismo proceso). Como consecuencia del proceso de enfriarse, podemos decir que el café está frío, de manera que estar frío se equipara con el estado resultante de enfriarse: se ha enfriado, luego, está frío. Por esta razón las fases aspectuales son procesos comentativos. Veamos los ejemplos siguientes:

(16) María es muy organizada.

(17) Juan sabe que María canta bien, por eso quiere invitarla a dar un concierto en su fiesta.

(18) Miguel es feliz ahora, pero no siempre lo ha sido.

(19) Luisa está en Francia, pero no habla francés.

La fase perfecta de los procesos comentativos se interpreta como: «el sujeto ha estado en el estado en el que se ha podido decir que este canta» (Cruz Enríquez, 2019). Así, de los ejemplos de (20) a (23), en algún momento se ha podido decir, respectivamente, lo que aparece en los ejemplos de (16) a (19).

(20) María ha sido siempre muy organizada.

(21) Juan ha sabido siempre que María canta bien.

(22) Miguel ha sido feliz, pero también ha sido infeliz.

(23) Luisa ha estado en Francia, pero no habla francés.

Obsérvese que los procesos comentativos canta bien (21) y habla francés (23) no pueden aparecer en la forma ha Cantado sin que esta sea ambigua. Esto se debe a que cantar y hablar podrían interpretarse como procesos narrativos, con el sentido de: cantó y lo hizo bien; y habló y empleó el francés para comunicarse); en lugar de como comentativos, en cuyo caso equivaldrían a: María es capaz de cantar bien, es cantante; y Luisa domina el francés, es capaz de hablar francés.

De igual modo, en (20) y en (21), si se elimina el adverbio siempre, podría interpretarse que se trata de la fase perfecta de un ser y un saber narrativos, equivalentes, respectivamente, a actuar de determinada manera y a enterarse de algo. En (23), ha estado podría resultar ambiguo en cuanto al tipo de proceso, ya que no podría determinarse si se trata de un estar narrativo, equivalente a ir, visitar, o de un estar comentativo. Esto se debe a que, como ya mencionamos, los verbos saber, ser y estar, pueden utilizarse también como narrativos. Sin embargo, en ese caso estaríamos en presencia de otras acepciones diferentes a las que aparecen en los ejemplos de arriba:

(24) María fue muy inteligente cuando le preguntaron por qué quería vender la casa.

(25) Juan supo la verdad cuando vio la cara de su esposa.

(26) Luisa estuvo en Francia el verano pasado.

En (24), fue inteligente significa que «actuó de manera inteligente», por tanto, ha sido muy inteligente significa: «está en el estado que sigue al proceso acabado de ser (actuar de manera) inteligente». En (25), supo la verdad equivale a «se enteró de la verdad, pasó a conocerla». Ha sabido la verdad significa, en este caso, que está en el estado que resulta de enterarse (o haberse enterado) de la verdad. En (26), estuvo en Francia indica que fue a Francia, y Luisa ha estado en Francia significa que la ha visitado. Nótese que en inglés se preferiría cambiar el verbo, fundamentalmente si no existen elementos desambiguadores (como adverbios circunstanciales de tiempo), ya que no existe el contraste morfológico para expresar la distinción entre narrativo y comentativo:

(27) María acted wisely.

(28) Juan found out the truth.

(29) Luisa went to France last summer.

Tradicionalmente se ha dicho que los estados no pueden aparecer en la forma progresiva está Cantando, y que, por tanto, está siendo inteligente es agramatical. Consideremos la frase de (30), donde María se dirige a Juan para aconsejarlo.

(30) María: Juan, no estás siendo inteligente.

En (30), como en (24), el verbo ser es narrativo y la frase significa «actuar de manera inteligente». Por esta razón la frase es gramatical, a pesar de que el verbo presenta la forma está Cantando. Así, pues, no puede afirmarse que el verbo ser designa un estado, ya que son sus acepciones comentativas las que lo hacen. Cuando se emplea como proceso narrativo, posee etapas de desarrollo, que incluyen la fase progresiva está Cantando.

Cabe señalar que algunos procesos narrativos, debido a su corta duración, no pueden ser comentados en su fase progresiva sin que cambie su significado y adquieran un valor modal de probabilidad (semejante a la fase prospectivo-inmediata). Por ejemplo, está naciendo significa «está a punto de nacer». El Diccionario de la lengua española (DLE) recoge la siguiente acepción del verbo estar: «4. intr. U. con ciertos verbos reflexivos[3] para denotar gran aproximación a lo que tales verbos significan. Estarse muriendo, o estar muriéndose» (Real Academia Española, 2017).

Pensemos ahora en las cláusulas siguientes. En (31), está cantando designa un lapso determinado del proceso narrativo de cantar. En (32), canta bien indica que el sujeto de la cláusula tiene la capacidad de cantar bien (es buen cantante).

(31) Juan está cantando en este momento.

(32) Juan canta bien, al público le encanta.

El proceso potencialmente narrativo de cantar (31) puede pasar a la narración de dos maneras: como narrativo, con la forma Cantó (33), implicando que la acción tuvo lugar; o como una proyección de la propia fase progresiva, en cuyo caso se puede utilizar la forma estaba Cantando (34). El cantar comentativo, por su parte, solo puede pasar a la narración (mediante la proyección) como comentativo, con la forma Cantaba (35). Esto no significa que el verbo cantar acompañado del adverbio bien no pueda aparecer en el PP de la narración, pero en ese caso se trataría de un cantar narrativo, ya que no significaría que el sujeto de la cláusula «sabe cantar» o que lo hace bien, sino que, en efecto, realizó la acción de cantar, y que lo hizo de manera que logró complacer al público (36):

(33) Juan cantó aquel día en el teatro.

(34) María llegó al teatro y vio que Juan estaba cantando.

(35) María llegó al teatro y comprobó que Juan cantaba bien.

(36) # Juan cantó bien aquel día en el teatro.

Así pues, la forma está Cantando se comporta como un mecanismo que indica que se está empleando una acepción de Cantar en la que este verbo designa un proceso narrativo. Al menos en español, la fase progresiva está Cantando constituye un recurso para comentar los procesos narrativos, o una manera de indicar el carácter potencialmente narrativo (frente a comentativo: habitual, caracterizador) de un proceso. Este recurso es muy útil, sobre todo teniendo en cuenta que, como hemos señalado antes, los verbos son polisémicos y pueden tener acepciones tanto narrativas como comentativas.

Los procesos narrativos en general dejan tras de sí un estado resultante, de manera que la forma perfecta ha Cantado suele interpretarse como «está en el estado que sigue al proceso acabado de Cantar» (Cruz Enríquez, 2019), como en los siguientes ejemplos:

(37) La hija de María ha nacido esta mañana.

(38) María ha leído la carta y por eso ahora se siente mal.

(39) María ha corrido y por eso ahora está cansada.

En (37), ha nacido pone énfasis en el estado que sigue a un nacer narrado. En (38), ha leído también se refiere al estado que sigue a un leer narrativo. Como ya mencionamos, el objeto directo puede estar elidido, como en (39), y no por ello el proceso deja de ser narrativo.

La fase prospectiva (va a Cantar) de los procesos potencialmente narrativos se interpreta como «el sujeto está en el estado que antecede al proceso narrativo de Cantar» (Cruz Enríquez, 2019), como ocurre con va a leer la carta en (40):

(40) María va a leer la carta muy pronto y por eso se va a sentir mal toda la noche.

Una pregunta que el lector podría hacerse es si los procesos que han sido clasificados tradicionalmente como télicos son los que pueden ser narrados, y si los atélicos son los que pueden ser comentados. En la siguiente sección intentaremos dar respuesta a esta pregunta.

3.5. La clasificación de Vendler vs. la nuestra

En esta sección interesa mostrar cómo se corresponde nuestra clasificación con la de Vendler (1967). Hemos escogido la clasificación de Vendler para realizar la comparación, porque esta ha sido adoptada por diversos autores en numerosos estudios en los que se examina, por ejemplo, la relación entre el aspecto léxico y las etapas de adquisición de la morfología de tiempo y aspecto en una lengua segunda (Andersen & Shirai, 1994; Bardovi-Harlig, 1998; Izquierdo, 2009; Salaberry, 2011; Slabakova & Montrul, 2002; entre muchos otros). La Tabla 3 muestra las 4 clases de aspecto léxico, según Vendler (1967), acompañadas de un ejemplo, y la manera en la que esos ejemplos se clasifican según nuestro modelo. Los ejemplos de la tabla se corresponden con cláusulas de la secuencia narrativa (PP) y de la proyección del comentario al PF de la narración. En el PP aparecen procesos narrativos designados por la forma Cantó. En la proyección del comentario a la narración aparecen procesos comentativos designados por diferentes formas verbales, dependiendo de si estos designan una fase aspectual de un proceso potencialmente narrativo (está Cantando, ha Cantado, va a Cantar) o no (Cantaba).

Tabla 3.Correspondencia entre la clasificación de Vendler (1967) y la nuestra (Cruz Enríquez, 2019)
Vendler (1967) Ejemplo Nuestro modelo
Logro Juan llegó a la meta a las 4 Proceso Narrativo
Realización Juan cantó una canción ayer en el concierto
Actividad Juan cantó ayer en el concierto
Estado La fiesta fue en el segundo piso
Logro Dijo que Juan estaba llegando a la meta
Dijo que Juan había llegado a la meta
Dijo que Juan iba a llegar a la meta
Proceso comentativo (Fases aspectuales de un proceso potencialmente narrativo)
Realización Dijo que Juan estaba cantando una canción
Dijo que Juan había cantado una canción
Dijo que Juan iba a cantar una canción
Actividad Dijo que Juan estaba cantando
Dijo que Juan había cantado
Dijo que Juan iba a cantar
Logro Dijo que Juan llegaba a la meta siempre de primero Proceso comentativo
Realización Dijo que Juan cantaba una canción siempre a la misma hora
Actividad Dijo que Juan cantaba bien
Estado Dijo que Juan era rápido, que le gustaba cantar y que era un cantante magnífico

Como puede verse en la Tabla 3, una diferencia importante entre nuestra clasificación y la de Vendler radica en la manera en la que se clasifican las fases aspectuales, ya que en nuestra clasificación bipartita se les considera procesos comentativos a pesar del carácter potencial de su narratividad. Así, por ejemplo, en Dijo que Juan estaba cantando, estaba cantando es un proceso comentativo porque está caracterizando al sujeto haciendo referencia a una acción que este está realizando. Esta acción es, por obligación, potencialmente narrativa, ya que podría ser colocada en una secuencia narrativa: Juan cantó ayer en el concierto. En Dijo que Juan cantaba bien, se emplea otra acepción del verbo cantar, ya que en este caso se está haciendo referencia a la capacidad de cantar bien, a la cualidad de ser un buen cantante, y no al proceso de cantar propiamente dicho. En Dijo que Juan cantaba una canción siempre a la misma hora, cantar designa un proceso comentativo porque está caracterizando al sujeto aludiendo a uno de sus hábitos: Juan acostumbra (suele, tiene el hábito de) cantar una canción siempre a la misma hora. Otro punto en el que nuestro modelo contrasta con el de Vendler, radica en el carácter narrativo de los verbos clasificados como estados (como ser y haber) en casos como estos: La fiesta fue en el segundo piso. Al día siguiente hubo otra fiesta en el patio de la escuela.

Cabe recordar que la clasificación que aquí proponemos fue concebida en el marco de un estudio que analiza en profundidad la polisemia de los tiempos verbales y su relación con la polisemia de los verbos como unidades léxicas en el marco de la narración (Cruz Enríquez, 2019). Por razones de espacio, aquí nos limitaremos a mostrar algunos otros ejemplos de cláusulas del plano de fondo de la narración, en los que se observa una relación entre la morfología de tiempo y el aspecto léxico diferente de la que aparece en la Tabla 3. Cabe señalar que esta es precisamente la razón por la que, en el modelo que sirve de base a esta clasificación, el PF ha sido dividido en tres funciones diferentes. Para más detalles sobre estas funciones, el lector puede consultar la tesis de doctorado “Función-significado-forma: un modelo para el estudio de los tiempos verbales del español” (Cruz Enríquez, 2019).

En ocasiones, cantaba y cantó designan, respectivamente, la fase progresiva y la perfecta de un proceso potencialmente narrativo. En estos casos, cantaba equivalente a estaba cantando y cantó reemplaza a hubo cantado, actualmente en desuso (cf. de Toledo & Rodríguez, 2008). Esto ocurre en las cláusulas que sirven de marco temporal a los procesos del primer plano de la narración, como las adverbiales de tiempo. En estos casos, en nuestra clasificación se les considera procesos comentativos, a pesar del carácter potencial de su narratividad. En el modelo de Vendler, en cambio, los ejemplos (41) y (42) serían clasificados como logros, el (43) y el (44) como realizaciones, y el (45) y el (46) como actividades.

(41) Cuando Juan llegaba (estaba llegando) a la meta

(42) Cuando Juan llegó (hubo llegado) a la meta

(43) Cuando Juan cantaba (estaba cantando) una canción

(44) Cuando Juan cantó (hubo cantado) una canción

(45) Cuando Juan cantaba (estaba cantando)

(46) Cuando Juan cantó (hubo cantado)

Así mismo, la forma cantaba puede designar un proceso narrativo como acción en curso, en una secuencia de procesos organizados cronológicamente. El uso de cantaba en este caso suele indicar que los eventos están siendo narrados desde la perspectiva de un personaje (Cruz Enríquez, 2019). En la clasificación de Vendler, llegar (47) y marcharse (48) serían logros, cantar una canción (47) y contar la verdad (49) serían realizaciones, cantar (48) una actividad, y tener y saber (49) serían estados:

(47) Juan llegaba al teatro y cantaba una canción.

(48) Juan cantaba y luego el público se marchaba.

(49) María tuvo una pesadilla. Juan sabía (se enteraba de) la verdad y luego se la contaba a Miguel.

Cabe señalar que los predicados clasificados como estados podrían resultar ambiguos en cuanto al significado léxico (narrativo vs. comentativo) en este tipo de narración desde la perspectiva de los personajes. Esto se debe precisamente al hecho de que estos verbos poseen también acepciones comentativas que podrían ser incluso más frecuentes que las narrativas. Por esta razón, en lugar de Juan sabía la verdad (49), tal vez se prefiera utilizar Juan se enteraba de la verdad.

4. Conclusiones

El objetivo de este artículo era presentar una nueva propuesta de clasificación de los verbos en cuanto al aspecto léxico, y mostrar una nueva manera de relacionar el significado léxico y la morfología. Para ello, nos centramos en la polisemia de los verbos tanto desde el punto de vista léxico como del gramatical, y destacamos que la pluralidad de significados léxicos (acepciones) de los verbos se relaciona estrechamente con la pluralidad de significados de los morfemas de tiempo.

La clasificación que hemos propuesto en esta sección sostiene que los procesos se dividen en dos grupos principales, según su capacidad de ser o no narrados. Una característica de los procesos narrativos es que poseen diferentes etapas de desarrollo reflejadas en la lengua mediante las fases aspectuales. Los comentativos, por su parte, describen estados, que pueden o no estar vinculados a las fases aspectuales de los procesos potencialmente narrativos. Esta clasificación permite, en primer lugar, observar la relación entre la morfología y el significado léxico de los verbos en determinados contextos, así como explicar por qué algunos verbos polisémicos no pueden utilizarse con algunos de sus significados en determinados contextos.

Queda pendiente adaptar esta clasificación a otras lenguas, de manera que sea posible comparar la variación interlingüística en cuanto a los factores que propician que en determinados contextos solo puedan emplearse determinados significados de ciertos verbos polisémicos, principalmente cuando estos tienen acepciones tanto comentativas como narrativas, como el verbo ser. También sería interesante basarse en esta clasificación para comparar diferentes grupos de hablantes (nativos y hablantes de lengua segunda, por ejemplo) en cuanto al uso que hacen de las diferentes acepciones de los verbos en los diferentes contextos de una narración. En Cruz Enríquez (2019) se analiza una muestra de narraciones escritas por nativos y hablantes del español como lengua segunda, pero se necesitan más datos y nuevos estudios sobre otras lenguas para tener una idea más clara sobre este fenómeno. Así mismo, sería interesante basarse en esta clasificación para estudiar la adquisición de la polisemia de los tiempos verbales y de los verbos como unidades léxicas en los aprendientes de una lengua segunda.


  1. Las citas insertadas en el texto han sido traducidas por la autora.

  2. Vetters utiliza el término aspectif para designar los marcadores aspectuales, esto es, las formas verbales que marcan el aspecto (1996, p. 85).

  3. Este sentido lo poseen también otros verbos inacusativos, como llegar.