Dentro de las redes sociales de los usuarios españoles se puede encontrar un mundo cada vez más extensivo donde se comparten recetas de todos tipos. Muchos de los protagonistas de esta esfera culinaria son mujeres y sus posts ofrecen una perspectiva única del espacio doméstico que tradicionalmente ha sido privado. Aquí los posts culinarios que se comparten contienen más que fotos y medidas de ingredientes; las descripciones detalladas de los platos y su elaboración se convierten en comentarios sobre temas relacionados con la maternidad española. Al combinar las tareas que se asocian típicamente con la maternidad y medios creativos facilitados por el blog y las redes sociales, estos posts culinarios confirman que, aún dentro de una diversidad de experiencias maternales, alimentar a la familia sigue como preocupación femenina. Este ensayo analiza las metanarrativas de los posts culinarios de Recetas de Mamá de Ana Prieto Lucena, @Oh!Mamiblue de Verónica Sánchez y Jana Victoria y Velocidad Cuchara de Rosa Ardá. Mediante un estudio textual metanarrativo, se demostrará que detrás de los discursos personales que resisten, de alguna forma, la narrativa tradicional de la maternidad, persiste todavía el concepto de la alimentación familiar como trabajo sumamente femenino.

Según Catherine Bourland Ross, la maternidad es “a social construct; that means that society creates and defines the way in which women should perform mothering in order to be a good mother” (1, énfasis original). Maxine Woolhouse et al. además reconocen las reglas y los requisitos sociales que las madres manejan constantemente para mantener este estatus de ser una madre buena (286). Cumplir con estos requisitos requiere una inversión constante de tiempo y energía por parte de la madre, con un enfoque total en el bienestar del hijo; esta versión exaltada de la maternidad es una maternidad “total”, según Nora MacKendrick y Teja Pristavec (448), o maternidad intensiva, como explican Woolhouse et al basándose en el término de Sharon Hays (286).

Una de las áreas en la que se puede notar la presión de la maternidad total o intensiva, utilizando los términos de las antes citadas autoras, es en la comida que consume la familia. Norah MacKendrick y Teja Pristavec señalan que las madres hacen la mayoría del “family foodwork – that is, the shopping, cooking, and cleaning up, as well as creating mealtime rituals that maintain a sense of family” (446). Es más; Cairns y Johnston subrayan la conexión establecida entre este trabajo y la feminidad misma cuando citan la idea de Marjorie DeVault de que “by feeding the family, a woman conducts herself as recognizably womanly” (cit. en Cairns and Johnston 5). Alimentar a la familia, entonces, se convierte en un elemento clave del performance del género femenino (Cairns and Johnston 25). El informe “Alimentación y sociedad en la España del siglo XXI,” de la Fundación MAPFRE, confirma este trabajo femenino en el caso español, ya que encuentra que “3 de cada 4 mujeres” se declaran las encargadas de todo el “foodwork” de sus familias (33). Según MacKendrick y Pristavec, las altas expectativas de la maternidad total se reflejan en la alimentación familiar; las “buenas madres”, entonces, son las que cumplen con estas expectativas altas, incluyendo el requisito de preparar comidas caseras con ingredientes saludables y frescos[1] (447-449). La presión social de satisfacer las obligaciones de esta esfera de la maternidad intensiva existe para las madres de todas las clases sociales y económicas. Sin embargo, MacKendrick y Pristavec y también Woolhouse et al. advierten que las que mejor pueden cumplir con el requerimiento dietético son las que pertenecen a la clase media o alta, ya que disponen de los recursos económicos necesarios para tener acceso a los ingredients, además del tiempo y el equipo en casa como para elaborar los platos (MacKendrick and Pristavec 449; Woolhouse et al. 286).

Aparte de preparar estos platos caseros y saludables para sus familias, a algunas mujeres se les ha ocurrido la idea de compartirlos en Internet por escribir un blog o posts en las redes sociales, como Facebook e Instagram. Hay que reconocer el privilegio implítico en la expresión de estas voces femeninas, ya que supone el mismo tipo de acceso a la comida y al equipo que describen Woolhouse et. al y MacKendrick y Pristavec, además del tiempo para escribir los posts y la tecnología como para publicarlos (MacKendrick and Pristavec 449; Woolhouse et al.). Sin embargo, las voces personales presentes en las narrativas de los posts sirven como ejemplo de las presiones o tensiones presentes en su maternidad y los convierte en objetos de estudio útiles.

Cairns y Johnston reconocen que “food practices are a potential site through which to resist hegemonic gender beliefs” y los posts presentan una oportunidad de reconocer esta resistencia (27). Una de las posibilidades viene de las mujeres mismas, por invertir de alguna manera las características tradicionales de la feminidad; se examinarán aquí, por ejemplo, una cuenta de una pareja lesbiana y otra de una mujer casada, pero sin hijos (27). Otra manera de resistir la hegemonía del género es a base del lenguaje utilizado para describir la alimentación familiar. Emplear un lenguaje alegre o mostrar una satisfacción particular relacionada con la preparación de la comida, según Cairns y Johnston, se asocia con una “postfeminist sensibility” (13). Siguen para explicar que esta sensibilidad, a base de la suposición de la ya existente igualdad de los géneros masculino y femenino, propone que las mujeres son individuos “who ‘freely’ choose to ‘empower’ themselves with activities previously linked to femininity’s subordinate status—including shopping and cooking” (13). Aún así, Cairns y Johnston encuentran que “[w]hile a postfeminist sensibility suggests that women are now empowered to choose freely in their everyday food practices, our research reveals the subtle, yet powerful, regulatory pressures surrounding the performance of food femininities” (31). De la misma manera, las autoras examinadas aquí parecen implicar que la preparación de la comida es una “opción” que les alegra la vida—o por lo menos una obligación que se puede cumplir sin sufrir—sin examinar la posibilidad de que esa “opción” en realidad las mantiene dentro del sistema de género hegemónico original que asocia “foodwork” con la femeninidad o la maternidad.

Con un nombre que inmediatamente señala la relación entre la alimentación y la maternidad, Recetas de Mamá—accesible desde Instagram, Facebook, Twitter, YouTube y su blog original—es la cuenta de este grupo que más se asimila a la idea tradicional de un libro de cocina. Ana Prieto Lucena, la creadora, explica los inicios de su contenido en su blog:

Estas recetas las tengo asociadas a un recetario escrito en una libreta verde con tapas de hule. Empecé con recetas sencillas que me iniciaron en la cocina y lo completé copiando las recetas de mi abuela de 1913. Unos años después, escribí una segunda libreta con recetas ricas y fáciles, y que fue el primer libro de cocina de mi hijo. Hice una selección de platos para que se iniciara en la cocina y pudiera comer rico y sano cuando se independizó. (Prieto Lucena, “Sobre nosotros”)

Los lazos familiares y la idea de pasar las recetas de generación en generación se vinculan mucho con la tradición de los libros de cocina de “dar a conocer esa sabiduría doméstica acumulada y heredada de generaciones anteriores” (Paz Moreno 161). De hecho, Prieto Lucena describe sus recetas así: “las recetas de siempre, recetas familiares y que te evocarán sabores de tu infancia, porque nos gusta la cocina casera, esas recetas que han pasado de madres a hijas, que se han cocido al calor de los fogones”. Además, incluye descripciones de recetas como “recetas milenarias, como el lomo a la canela de mi abuela,” “recetas de mi madre, manuscritas por mi padre,” y “recetas tradicionales, como los polvorones del Espíritu Santo” (Prieto Lucena, “Sobre nosotros”). Las recetas están todas clasificadas por categorías en el blog, o uno puede archivar sus favoritas utilizando Facebook o Instagram.

Prieto Lucena publica el mismo contenido en Instagram y Facebook—mayormente descripciones de recetas acompañadas por vídeos que detallan su elaboración, con unos sorteos y unas fotos de la vida de la autora. A pesar de mantener estas cuentas de las redes sociales, no las actualiza con mucha frecuencia; suelen pasar por lo menos unos días entre los posts, a menos que sea época de algún día festivo como la Navidad donde publica varios enlaces a recetas diferentes para la ocasión. Además, los posts aún en las redes sociales tienden mucho más a ser fotos de los platos elaborados y Prieto Lucena publica con poca frecuencia fotos personales. Las recetas en sí se guardan en el blog y normalmente no se publican de forma escrita en las redes sociales, pero las descripciones de ellas se acompañan muchas veces con hashtags o etiquetas de las compañías o marcas que producen algunos de los productos utilizados. Las leyendas que acompañan las fotos o vídeos leen como una introducción a una receta en un libro de cocina y animan al lector con descripciones de las cualidades más atractivas de cada plato, como la facilidad con la cual uno lo puede elaborar o las ocasiones diferentes en que uno lo puede preparar. Todas estas características se ven bastante estándares cuando se comparan con los posts de otras cuentas que se estudiarán abajo.

De las cuentas que se analizarán en este estudio, “Recetas de Mamá” es la que mantiene el vínculo más evidente con el pasado y la transmisión familiar de las recetas. Aunque escribe en la página “Sobre nosotros” de varios parientes que sirven de fuentes para recetas, se destaca por su frecuencia la mención de la abuela o aún de las monjas, las dos siendo representativas fundamentales del mundo tradicional de la repostería en España. En su receta para amarguillos, por ejemplo, escribe que “cuando se acerca la Navidad y se piensa en esos dulces tan característicos de esta época del año, yo tengo dos fuentes de inspiración: el recetario de mi abuela y los dulces de convento” (Prieto Lucena, “Amarguillos”). En otra receta navideña, Prieto Lucena recuerda que las bolitas de batata eran “un dulce que hacía mi abuela, a ella le encantaba la batata y la utilizaba mucho en sus postres” (Prieto Lucena, “Bolitas de Batata”). No solo son las recetas dulces las que vienen de ese “recetario escrito en una libreta verde con tapas de hule” que describe en su biografía; el lomo atado, el jamón en dulce y el lomo con tomate son otras muestras del archivo culinario de esa generación anterior. La herencia de sus recetas llega hasta la generación de su tatarabuela, con su receta para pavo trufado paso a paso y, en una descripción que recuerda otro momento cultural, Prieto Lucena publica una receta para calamares en su tinta que viene de “Carmen la Vieja, una cocinera que había en casa de mi abuela cuando yo era pequeña y que cocinaba como los ángeles” (Prieto Lucena, “Calamares en su tinta”). Además de la personalización de los platos familiares, estas recetas confirman la transferencia femenina histórica de la cocina española y permiten la perpetuación a la generación actual.

Uno de los elementos más únicos de Recetas de Mamá pasa casi desapercibido dentro de la multitud de platos ricos. Aunque explica que sus recetas siguen la tradición de pasarse entre madres e hijas, Prieto Lucena indica que escribió su segunda libreta de recetas para su hijo. Parece ser un detalle insignificante, pero en un país donde sólo hace unos años “70% de las horas de trabajo doméstico” eran la responsabilidad de las mujeres, representa una perspectiva muy moderna en cuanto a la preparación de los hombres españoles para independizarse (Garrido). En su descripción da la página de Facebook Prieto Lucena indica que son “una madre y su hijo … que disfrutan de la comida desde que la compramos hasta que la preparamos, la emplatamos, la compartimos,” dándose a entender que lo de pasarle esa herencia culinaria a su hijo sí funcionó (Recetas de Mamá). De esta manera, Prieto Lucena retoma la idea de pasar las recetas de generación en generación, pero la invierte por pasárselas a su hijo, mezclando la tradición con la modernidad. Aunque es mayor ya, Prieto Lucena todavía cocina junto con su hijo y, en su post para “Arroz negro” les cuenta a sus lectores que la receta es particularmente especial porque la versión que sale en el blog la preparó junto con él: “este es uno de mis arroces preferidos, y el de hoy de manera especial porque he compartido cocina y receta con mi hijo…Yo tuve la suerte de disfrutar con él, mientras yo cocinaba él estaba detrás de la cámara de video, y luego compartimos mesa” (Prieto Lucena, “Arroz negro”).

La inclusión del hijo de Prieto Lucena sí es un elemento único de su blog. Sin embargo, la manera en que Prieto Lucena describe las interacciones con él recuerda mucho el esquema “cooking by our mother’s side” que estudia Merin Oleschuk. Más específicamente, Oleschuk encuentra que “this schema buttresses gendered inequalities by reinforcing women as primary cooks and transmitters of cooking knowledge” y que lo hace mediante “automatic association between mothers and food teaching, and, with it, femininity and domestic foodwork” (609). Recetas de Mamá empezó con el deseo de transmitir las recetas familiares al hijo de Prieto Lucena—situándo a la madre como transmisora de este conocimiento—y aunque se supone que el hijo sí ha aprendido a preparar los platos, ella sigue siendo la que los prepara en todos los posts. Hasta en la narrativa para “Arroz negro”, dice que ha “compartido cocina y receta” con el hijo, pero luego describe la división de labor: ella cocinaba y él la grababa en vídeo. El elemento innovador de transmitir la información al hijo aquí no hace más que fortalecer la asociación feminina con la alimentación familiar.

La maternidad de Prieto Lucena es una parte integral de muchos de sus posts y confirma más el papel del género en la alimentación. En la descripción de su “Arroz con pollo y verdura en paella,” por ejemplo, Prieto Lucena escribe que “Uno de mis hijos siempre que pregunto: ¿qué comemos mañana? responde lo mismo: ¡Arroz!” (Prieto Lucena, “Arroz con pollo y verdura en paella”, énfasis original). Este podría ser su hijo Paco, ya que Prieto Lucena escribe en otro post que “Cuando mi hijo Paco era pequeño, al arroz preparado en paella lo llamaba «tarta de arroz», quizás porque en las reuniones familiares, mi madre generalmente preparaba arroz, y el asociaba la comida a las celebraciones familiares. Ayer fue su cumple y lo celebramos con este arroz marinero” (Prieto Lucena, “Arroz con rape y cigalas”). Menciona otra vez a los hijos en varios posts diferentes, incluyendo “Biscuit glacé,” “Biscuit glacé con praliné de almendras,” y en “Boston Cream Pie,” una receta que figura en su blog después de haberla preparado para el cumpleaños de su hijo. En la receta para su Bizcocho casero de limón, Prieto Lucena describe una escena común para madres con hijos de cualquier edad: “ayer tuve un día complicado y además era la víspera de la llegada de mi hijo. Cuando me di cuenta de que llegaba al día siguiente a primera hora de la mañana, me quedaba el tiempo justo de preparar algo rico para el desayuno” (Prieto Lucena, “Bizcocho casero de limón”). Después de un día ocupado, no se dedica a descansar sino a preparar algo especial para la visita de su hijo. Este elemento de la maternidad de Prieto Lucena recuerda mucho la maternidad intensiva de Sharon Hays, ya que Prieto Lucena transpone sus propias necesidades —y felizmente, sin quejarse— en el momento a favor de atender el capricho del hijo.

Dada la conexión entre las mujeres y “family foodwork”, se puede imaginar que la mayoría de los lectores de los posts de Prieto Lucena son mujeres o madres. Además de publicar recetas con descripciones detalladas y tentadoras, Prieto Lucena parece dirigirse también a las preocupaciones comunes de estas lectoras, especialmente las de ahorrar tiempo y dinero. Aunque son de comida casera, Prieto Lucena tiene dos categorías de recetas que aprovechan de la tecnología moderna para facilitar su elaboración: las que utilizan una batidora eléctrica y las que requieren un robot de cocina. Sin embargo, de todas las recetas en su blog, la incorporación de esta tecnología se ve en menos de 50 recetas en total, algo que afirma su vínculo a la cocina tradicional española. Donde sí apela más a sus lectores es al detallar las ventajas económicas de varios platos suyos. En su receta para Almejas del 9, Prieto Lucena explica el título por describir que “De vez en cuando en Carrefour hacen una oferta estupenda: «9 mariscos diferentes a 9 euros el kilo»…un precio más que interesante” (Prieto Lucena, “Almejas del 9”). Aparte del buen precio del marisco, la cocinera aquí también destaca la accesibilidad de la ganga, ya que se encuentra en un supermercado con tiendas por toda la península. Utiliza otra receta para alabar el atún, una comida recomendable porque “es muy nutritivo y saludable y además tiene un precio asequible” (Prieto Lucena, “Atún con fritada de verduras”). Su receta para las alcachofas también se promociona por ser económicamente razonable, ya que se publica durante “la temporada buena de alcachofas … son muy tiernas y están muy bien de precio” (Prieto Lucena, “Alcachofas. Video Receta”). En una sociedad donde las alcachofas se pueden comprar durante todo el año de alguna forma u otra, la receta sirve de guía para los que ahora no saben comprar en temporada y le recuerda al lector que así se puede ahorrar dinero en la compra. De la misma manera, Prieto Lucena le recuerda al lector que, a veces, el supermercado mismo puede servir de inspiración; escribe en una receta que la idea surgió al haber descubierto por casualidad los ingredientes mientras hacía la compra (Prieto Lucena, “Arroz con verduritas y gambones”). La capacidad de crear un plato de la simple inspiración demuestra un conocimiento de la cocina que podría ser intimidatorio para algunos cocineros más novicios, pero la receta en sí es muy simple y su uso de verduras preparadas en bolsas le da un toque accesible.

Recetas de Mamá ha disfrutado un éxito digital y también ha entrado al mercado comercial; aparte de existir como blog durante más de una década ya, Prieto Lucena ha publicado, junto con su hijo, 3 libros de cocina. El primero—que, según Prieto Lucena, surgió como resultado de un comentario de un usuario en el blog—es una recopilación de sus mejores recetas en un libro de cocina titulado simplemente Las recetas de mamá. Poco después, publicaron Dulces y postres, “una selección de recetas fáciles y vistosas, que son aptas para iniciarse en el mundo de la repostería” (Prieto Lucena, “Sobre nosotros”). El tercero se dirige a un público más reducido, ya que sólo contiene recetas sin gluten y se titula, apropiadamente, Recetas de mamá para celíacos. Sigue activa la cuenta en Facebook, con los enlaces de las recetas que están en su sitio web y YouTube.

Al igual que Recetas de Mamá, la cuenta de Instagram de @Oh!Mamiblue también presenta una relación madre-hijo. En este caso, sin embargo, la familia consiste en dos madres—Verónica Sánchez (la autora del Instagram) y Jana Victoria—y su hijo, Álex, y su cuenta habla abiertamente de la diversidad familiar. Oh!Mamiblue no dispone de página de Facebook y actualiza muy poco el blog o el archivo de recetas que se encuentran en su sitio web, ohmamiblue.com. Su Instagram, que sólo tiene unos cuatro años, es donde los más de trescientos miles de seguidores ven fotos diarias que documentan sus vidas, que se ven llenas de viajes y muchas actividades en plan familia. Al hablar del propósito de su presencia digital, Sánchez cuenta que todo empezó como blog de cocina, ya que ella es cocinera (Oh!Mamiblue, “Bienvenido Junio”). Sin embargo, en una entrevista con Vogue España, Sánchez y Victoria reconocen la evolución que ha experimentado y cuentan que “Hoy, pretendemos que sea una plataforma de visibilidad y normalización, de lucha y sobre todo, de amor” (“Diario de de unas ‘mommys cool’: Alejandra Victoria y Verónica Sánchez”). La comida, de hecho, figura muy poco—o está totalmente ausente—de los artículos de prensa que recopilan Sánchez y Victoria en su sitio web. A pesar de su ausencia en otros medios, en su Instagram sigue siendo uno de los elementos que más sale en el listado y es el enfoque visual de cada tercera foto, más o menos.

Elegir cualquier imagen de comida estilizada en el Instagram de Sánchez y Victoria le lleva al lector a una receta completa del plato representado. Estas recetas suelen tener varias características en común: son siempre simples, sabrosas y saludables. En la descripción para una sopa de verduras, por ejemplo, Sánchez le recuerda al lector de “lo importante que es comer legumbres varias veces a la semana” e indica que los carnívoros pueden “reducir su consumo y [sustituir] su proteína por esta que es vegetal y [le] sentará genial” (Oh!Mamiblue, “En casa en cuando llueve”). No es la primera vez que se pone con la importancia de las verduras, tampoco; sus atributos positivos se alaban también al hablar de la ensalada (Oh!Mamiblue, “Guárdate esta receta de ensalada...”). Incorporar estas comidas tan importantes para la dieta no debería ser complicado, ya que la ensalada en este caso sólo requiere 10 minutos de preparación.

Según una entrevista del 2018, Sánchez y Victoria trabajan como chef y maestra, respectivamente (Llanos Martínez). Sin embargo, según su highlight “Sobre nosotras” en Instagram, creada después de esa entrevista, Sánchez dice que es “autónoma” y enumera una lista de trabajos que tiene aparte de la cuenta de Instagram, como dar clases de cocina, escribir libros y dar charlas de diversidad. El hecho de que está incluido como parte de su trabajo el crear contenido para la cuenta en Instagram y el blog es significante porque le permite prestar una atención adicional a la estética y el contenido que publica. Además, permite combinar la tarea maternal de prepararle comida a la familia con el pasatiempo de Instagram y no se añade como tarea adicional después de haber pasado el día con un trabajo fuera de la casa. De esta manera, la maternidad y todo el trabajo que implica no parece agobiar a las madres. Aún después de volver de las vacaciones Sánchez se dedica a preparar un plato rico y saludable para su familia. Llega “con hambre y sin muchas ganas de cocinar” y sin embargo prepara un “plato de pasta con un pesto de aguacate, pistacho y espinacas que está delicioso” y que está listo en sólo unos minutos (Oh!Mamiblue, “¿Qué has comido hoy?”).

La maternidad no se puede separar de la cuenta de Instagram de Sánchez y Victoria; de hecho, el primer post en la cuenta es una foto de la prueba de embarazo positiva. Sánchez reconoce también la importancia de incluir a los hijos en la cocina e indica que sus magdalenas de plátanos son “[i]deales para cocinar con nuestras hijas e hijos” (Oh!Mamiblue, “Ahora que los plátanos...”). Aquí la asociación fuerte entre la alimentación familiar y la maternidad recuerda mucho a Prieto Lucena de Recetas de mamá. El esquema “cooking by our mother’s side” de Oleschuk también está muy presente, ya que Sánchez señala en particular la importancia de incluir a los hijos e incluye varias fotos de Álex en la cocina con ella, probando platos diferentes o ayudando a preparar comida. Álex, cuando figura en las fotos de la cuenta, sólo sale sonriente y feliz; Sánchez no incluye ninguna foto donde está llorando o de mal humor. El piso de la pareja también se ve como un paraíso: colores claros, pero totalmente limpio en cada foto y los juguetes de Álex siempre recogidos y en su sitio.

Sánchez misma reconoce el aspecto cultivado del contenido que publica en el Instagram y el hecho de que no refleja necesariamente la realidad diaria de ser madre de un niño pequeño. Como respuesta a la pregunta de si Álex “da paletas” a veces al darle de comer, Sánchez escribe que sí, pero dice que “es su intimidad” y que no incluye momentos así en el Instagram porque “es un niño y todo esto forma parte de su desarrollo” (Oh!Mamiblue, “Sobre nosotras”). Este es el único momento en que Sánchez indica que la maternidad intensiva vista en sus posts puede incluir algún momento difícil, aún si las lectoras de los posts reconocen que lo visto en Instagram no representa la realidad completa de la maternidad.

Las recetas de Oh!Mamiblue se incorporan como solo un elemento más de una vida cultivada y feliz. En este sentido Oh!Mamiblue se acerca mucho a las bloggers femininas que describe Paula Salvio cuando escribe que ofrecen “a means to explore tastes and fantasies of home, family, friendships—in short—a ‘lifestyle’” (32). Dentro de los highlights que mantiene archivado, Oh!Mamiblue presenta resúmenes de sugerencias para varios destinos en el mundo, como Londres, Buenos Aires, Bruselas y Lisboa. Álex viaja con ellas y es obvio que no han tenido que dejar de viajar sólo por ser madres. Entre los platos bonitos, el niño sonriente y la casa bien cuidada, Oh!Mamiblue presenta una versión de la maternidad en la que las tareas domésticas no tienen que impedir una vida divertida y social. Cada elemento sirve para enfatizar más que la maternidad es un sueño hecho realidad y que la maternidad intensiva puede ser hasta agradable.

Hasta la retórica de los posts se parece a la que describe Salvio, ya que las recetas aquí también utilizan un vocabulario que evoca “erotic love, popularity, happy families, and social harmony” (33). Con una receta de tortitas “para que le regaléis un desayuno sano, rico, sin gluten, sin azúcar, vegano y con mucho amor…a la persona que quieras” cubren todos los posibles requisitos de una dieta moderna y una relación feliz (Oh!Mamiblue, “¡Levanta la mano...!””). Por otra parte, su quiché sirve para “cuando quiero llevar algo a casa de alguna amiga a cenar y no [tengo] tiempo” (Oh!Mamiblue, “Guárdate esta receta...”). Sánchez misma también es una figura muy presente dentro de sus posts a través su un lenguaje personal. Escribe los posts en la forma de yo y hace obvio en las recetas que ella misma las ha preparado. No esconde el vínculo entre sus deberes domésticos (la preparación de la comida) y su presencia en Internet. La narrativa que acompaña la receta evoca sentimientos de amor y amistad y casi dan promesas de una vida bonita al seguirlas. Implícita en estas narrativas, además de la fotografía bonita, son pistas de una vida ideal: una pareja feliz, un niño guapo y curioso, viajes constantes y escenarios bonitos en cada momento, comida buenísima y un sentido de tranquilidad total.

Aparte de los elementos idílicos de la maternidad en Oh!Mamiblue, esta cuenta dedicada a “*Food and Love*” presenta un elemento sumamente político, dado que Sánchez y Victoria también se dedican a abogar por los derechos de la mujer y de los homosexuales. Según Luciana Moreira esta dualidad de maternidad y acción política muchas veces está presente en las narrativas maternales de parejas homosexuales, ya que su relación se suele examinar culturalmente mediante una perspectiva heterosexual de una manera que identifica la “otredad” implícita en su realidad. Como reconocimiento del análisis adicional por el que pasa su relación, escribe Moreira,

women in same sex relationships tend to justify themselves as being ‘good’ mothers or in ‘normal families’ because of the stigmatization of the lesbian subject and, as such, not having the right to become a parent. On the other hand, this kind of motherhood is a way of resistance that changes the social heteronorms as those families face social and cultural discrimination that transform them on a daily basis into activists against homophobia." (15)

Refiriéndose a la importancia de su cuenta de Instagram, Sánchez y Victoria comentan que su presencia es importante para la visibilidad de las familias “homoparentales” y que “[e]s algo más que compartir fotos bonitas. Es una lucha importante” (cit. en Llanos Martínez). Las fotos de su Instagram transmiten la simple felicidad de una pareja que, por casualidad, es homosexual. Sánchez y Victoria también participan de forma activa en protestas, en campañas de publicidad y campañas de información y publicaron un libro que se titula simplemente Familias. El libro, según las autoras, sirve “para mostrar que existen tantos modelos de familia como formas de amar y que haya materia para madres, padres y profesores con el que poder educar a los niños en la diversidad” (cit. en Llanos Martínez). La dualidad que describe Moreira es fácilmente identificada en Oh!Mamiblue y es un elemento reconocido y celebrado en muchos comentarios de los seguidores de la cuenta.

La justificación de la maternidad homosexual que describe Moreira también termina, en este caso, por codificar la asociación entre la alimentación familiar y la maternidad. Ya que la comida figura de una manera tan prominente en su cuenta, en particular cuando se relaciona con cuidar a su hijo o a los amigos, se convierte en una característica a base de la cual se juzga la calidad de la maternidad. Si por ser pareja lesbiana se desconoce la maternidad de Sánchez y Victoria, la comida aquí les hace “recognizably womanly”, utilizando otra vez la frase de DeVault (cit. en Cairns and Johnston 5). Además de justificar su maternidad particular, la alimentación familiar en Oh!Mamiblue sirve como de prueba de ser buena madre, en parte, por alimentar bien a la familia.

Este “foodwork” está también muy presente en Velocidad Cuchara, donde se combinan las recetas tradicionales de la cocina española con el estilo de vida moderno. Con su blog y su presencia en Facebook, Instagram, Pinterest, YouTube y Twitter, Rosa Ardá ha convertido un robot de cocina en imperio digital de recetas. A pesar del éxito enorme del blog, sigue trabajando de enfermera y, en la biografía que ha publicado en su sitio web, Rosa escribe que “No soy cocinera ni aspiro a ello” (Ardá, “Contacto”). Sin embargo, su blog cuenta con 40 millones de visitas al año y se construye a base de recetas, la mayoría indicada para ser elaboradas en un Thermomix, un robot de cocina que lleva más de cuarenta años en el mercado español. El robot se ha actualizado varias veces durante esos años y Rosa ya tiene su cuarto modelo, cada uno pagado por ella misma (García). Admite haberse enganchado con el robot cuando vio por primera vez lo que podía hacer y sigue creyendo que el Thermomix, “para la gente que no ha cocinado nunca, es una puerta abierta al mundo de la cocina bestial y realmente les cambia la vida,” asegurando que realmente es sencillo de usar, con un manejo “fácil e intuitivo” (cit. en Oliver). La popularidad de su blog indica que sus seguidores están de acuerdo.

A diferencia de Prieto Lucena o Sánchez y Victoria, Ardá—por lo menos de forma pública—no es madre de hijos humanos, sino de hijos caninos. Así, puede representar a las mujeres que no pueden tener hijos o al grupo creciente de mujeres españolas que consideran que la mejor maternidad para ellas es la que no incluye hijos propios, como encuentra Nuria Legazpe (Legazpe). Si el “foodwork” funciona para hacer reconocible la femeninidad de Sánchez y Victoria, también forma parte de la cuenta Velocidad Cuchara. Ardá, a pesar de no ser madre ella misma, demuestra que entiende la relación entre la maternidad y la alimentación de la familia, además de las preocupaciones que conlleva. El resumen de una receta en su blog anuncia que “si tienes poco tiempo y además tienes niños en casa, prepara unos macarrones exprés con atún en Thermomix. Te resuelve la comida en 30 minutos” (Ardá, “Macarrones rápidos con atún”). En otro post de Facebook, recomienda preparar de merienda los Molletes de Antequera, ya que “[a] los más pequeños les encantan y están hechos en casa con mucho amor” (Velocidad Cuchara, “Meriendas como las de antes”). Sus posts comunican con las madres españolas por intentar solucionar todas las preocupaciones mencionadas en el informe de la Fundación MAPFRE, incluyendo los gustos de la familia y la dieta, además de considerar el poco tiempo disponible para la elaboración del plato (“Alimentación y sociedad en la España del siglo XXI”).

El asombro de Ardá ante el Thermomix en particular se parece mucho a lo que describe Bee Wilson en “Labor Saving,” donde alaba otro robot reciente que, por lo menos en los Estados Unidos, ha gozado una popularidad enorme: el Instant Pot. Una adaptación electrónica de la olla exprés de toda la vida, el Instant Pot se ha hecho famoso por ser una manera segura y accesible de cocinar a presión, además de ser un robot con una multitud de funciones diferentes, incluyendo la opción de cocinar—con la misma máquina y el simple pulsar uno de los botones especializados—comidas tan distintas como sopas, carnes, arroz y yogures. También tiene la opción de sofreír en la base del robot y de funcionar como olla de cocción lenta. Hasta unos modelos nuevos tienen la opción de programar la máquina para empezar a cocinar a una cierta hora y algunos disponen de conexiones de wifi o Bluetooth para que el usuario lo pueda controlar desde el trabajo u otro sitio fuera de la cocina. Al recordar su primer experiencia con este robot, Wilson escribe que “the first time I used my Instant Pot to make a vegetable biryani on a timer delay setting, it made me cry” (255). Las lágrimas en este caso no surgieron a base de las tensiones implícitas en esta tarea doméstica sino en el alivio que provee el robot.

Según Bee, la felicidad que le trae el Instant Pot tiene menos que ver con la comida misma o la variedad de funciones que tiene el robot; queda en el hecho de que “it enables its users to produce a home-cooked meal at all on days when that task seems insurmountable” (255, énfasis original). Con un hijo y sus actividades por la tarde, Bee escribe que la cena suele ser una comida improvisada y reconoce que la peor parte es “the sense of time-panic and compromise” que conlleva esta obligación de preparar una cena durante la semana (255). Ardá atribuye los mismos beneficios al Thermomix cuando declara que las personas que empiezan a usar el robot “[p]or fin comen de todo y no solo congelados o precocinados” (Oliver). Ardá también implica que puede ser difícil preparar una cena casera todas las noches y escribe en un post de Facebook del 25 de octubre de 2019 que “yo las noches de los viernes me pierdo….es el día que en casa se permite el ‘guarreo’ ya se[a] pizza, aritos de cebolla, quesadillas, Ejem!!!” (Velocidad Cuchara, “Yo las noches”, gramática original). Menos de dos semanas después, para introducir una receta para tabulé con pulpo de lata, Ardá escribe, “¿acabas de llegar a casa y no sabes que preparar? Mira en tu dispensa, tienes cuscús, latas??? Mira lo que hacemos en 10 minutos” (Velocidad Cuchara, “Acabas de llegar a casa...”, gramática original). Aquí la idea es la misma: la idea de preparar una cena casera puede ser abrumante, pero es posible hacerlo sin muchísimas pegas. La tecnología del Thermomix hasta le permite preparar platos tradicionales que normalmente requieren mucho tiempo o de preparación o de cocción, como el cocido, en el tiempo limitado que tiene después del trabajo.

De la misma manera en que se pueden conectar los blogs de comida con el trabajo doméstico que pertenece tradicionalmente a la esfera feminina, Bee vincula la historia de aparatos diseñados para ahorrar tiempo, como sería el Thermomix o el Instant Pot, con la historia de la división del trabajo en casa a base del género. Bee escribe que “women and machines have a complicated relationship in the kitchen. Myriad devices have been sold over the years on the promise that they would make our lives easier, and, for the most part, they have failed” (256). Según Bee, la mayoría de estos aparatos históricamente no ha reconocido el problema central con la preparación de la comida: “it is often not the doing itself that is or was so hard but the life circumstance of the responsible party” (280). Empleando el ejemplo de las primeras estufas de gas, “a technology that is surely one of the greatest advances in the history of cooking” ya que “[a]fter centuries of building a life around the smoke and inconvenience of a fire, cooks could now switch the flame on or off at will,” Bee invoca la totalidad del trabajo doméstico de la mujer y resume la teoría de Ruth Schwartz Cowan: “the truly labor-saving technology would have been effective birth control” (280). El peso añadido por la maternidad al cargo doméstico de la mujer refleja el cuento inicial de Bee, cuando alaba el Instant Pot por dejarle servir una cena casera aún en las noches cuando tiene que llevarle al hijo a varias actividades después de la escuela, y también del lenguaje que se encuentra frecuentemente en los posts de Ardá.

Con su participación tan fuerte en Internet y las redes sociales, donde se saca a la luz del día lo que siempre ha pertenecido a un mundo privado, estos “textos” exigen ser considerados objetos de estudio para representar las prioridades, preocupaciones y perspectivas de las familias y, en particular, de las madres. Las mujeres detrás de las cuentas de Recetas de Mamá, @Oh!Mamiblue y Velocidad Cuchara presentan discursos personales que las diferencian de las demás por varias razones y también utilizan un lenguaje que indica que la preparación de la comida es algo que les alegra o, por lo menos, que no tiene que ser torturador si uno sigue sus recomendaciones. De esta manera, se reconocen dentro de sus narrativas la resistencia y la sensibilidad postfeminista que describen Cairns y Johnston. Así, estas mujeres parecen indicar que la alimentación familiar no sólo constituye un elemento clave de una vida alegre para ellas, sino que también lo puede o debe hacer para otras mujeres. Según las recetas que escriben, las mujeres pueden satisfacer todos los requisitos alimenticios de la maternidad intensiva de una manera saludable y fácil, con platos que satisfacerán a todos los miembros de la familia (incluyendo a las madres que los preparan) sin quitar una gran parte del tiempo limitado que tienen las mujeres entre todas las otras responsabilidades. Por otra parte, los elementos únicos de sus identidades personales sugieren que esta posibilidad está abierta a cualquier mujer, a pesar de su edad, de su sexualidad o de cualquier otro factor.

Lo que no hacen estas cuentas es cuestionar la relación preexistente entre la alimentación familiar y la maternidad. Al contrario, por basarse en su propia maternidad y/o conectar con el público mediante las preocupaciones comunes de las madres, todas estas cuentas terminan por reforzar el concepto arcaico del “foodwork” como trabajo femenino. Además, las recetas en sí van más allá de la realización de un plato y se convierten en invitaciones a que sus lectoras participen en este sistema tradicional también. Los posts afirman que alimentar “bien” a la familia es una parte esencial—y alcanzable—de la maternidad y, así, fortalecen el sistema de género hegemónico en el cual operan.


  1. Vea también Woolhouse, et al. 290.