Corre el año 1997 y España va bien. El entonces presidente José María Aznar se dedica a repetir de forma constante esta misma premisa formando la narrativa de lo que se conocerían en el discurso oficial como los años de bonanza. La época comprendida entre 1997 hasta el comienzo de la crisis en 2007 se caracteriza por un ejercicio de construcción sin precedentes hasta el momento (Marsal Llacuna and Vilanova Claret 2–6; Jiménez Sánchez 272–73). La capital española, gobernada entonces por el Partido Popular, fue, tal y como Camacho et al. anotan, el claro ejemplo de este modelo de crecimiento (17, 24), y presentó un extra-radio con un paisaje que se mostraba en obras de forma constante (Camacho et al. 24, 26). Mucha de esta actividad de construcción se vio envuelta en años posteriores en escándalos de corrupción que demostraron que el sector inmobiliario supuso una actividad altamente lucrativa para las administraciones tanto públicas como privadas que lo generaron (Jiménez Sánchez 263). Es el momento en el que, por primera vez en la historia de la humanidad, la población urbana supera a la rural (Fernández Durán 8), lo que marca una clara tendencia de expansión de los espacios urbanos y pone el foco en la configuración y funcionamientos de la urbe.

El presente artículo se propone estudiar los efectos que la configuración de la ciudad como un espacio donde desarrollar practicas de negocio neoliberal tiene sobre el funcionamiento de la urbe como espacio social y sobre la identidad colectiva ciudadana a través de las obras El otro mundo (2009) y La gran aventura humana: pasado, presente y futuro del mono desnudo (2017) del artista gráfico Miguel Brieva. El marco teórico del análisis parte de las teorías del profesor en ecología humana Andread Malm, cuyo concepto de Capitaloceno, popularizado y extendido por el sociólogo Jason W. Moore (Moore, Antropocene or Capitalocene? 81), anclará mis reflexiones. Este concepto, desarrolla la idea de que el capitalismo, entendido como la subyugación de los medios naturales y humanos al capital, define el mundo actual, así como los problemas que en este se generan y es considerado como un agente geológico.

En particular, me enfoco en el concepto del oikos de J. Moore, que plantea las relaciones entre especies y medio ambiente como un proceso creativo, generativo e interseccional (Moore, “Capitalism in the Web of Life” 4). Asimismo, utilizaré para mi análisis el concepto de “la ciudad emocional” del arquitecto Adam Caruso, quien propone un urbanismo basado en la historia arquitectónica y social de cada espacio en concreto (Caruso). Mi propósito es entender la manera en que Brieva muestra el peso ejercido por la ciudad asimilada enteramente a los principios neoliberales, en contraposición con la idea del oikos, que plantea una visión diferente del espacio urbano y su posible regeneración.

El cómic y la ciudad

En el panorama actual del cómic, el novelista gráfico andaluz Miguel Brieva está considerado como uno de los humoristas más determinantes de la España contemporánea (Torres 49). Se hizo conocido con la publicación de su obra Bienvenido al mundo (2007), donde repasa en forma de entradas de enciclopedia la contemporaneidad global. Su éxito crítico y comercial con ese formato fue notable, consiguiendo ventas que superaron los 30.000 ejemplares, dato insólito en este género (Brieva, “Vivimos la...”). Según el historietista Santiago García, durante los años 90 el comic en España se definió esencialmente por una falta de ‘mercado español’ (258). Este fue el periodo en el que el comic que comenzó a gestarse entre las décadas de los 70 y los 90, de mano de editoriales como Bruguera, cesaron su producción (258). Sin embargo, Pablo Vergara Díaz apunta hacia un repunte en el consumo de los últimos años al anotar que “en nuestro país aparecen 1220 títulos al año (2006), en una tendencia que crece progresivamente (un +7,11% de 2005 a 2006), y que tuvo su salto cualitativo en 2004, pasando de 574 títulos en 2003 a 1070 en 2004” (13), lo cual muestra un claro interés por este género, que se vuelve más popular y consumido cada año. El rol de Miguel Brieva en este proceso se presenta como crucial al tratarse de uno de los historietistas de mayor visibilidad en el mercado literario actual. Altamente influido por la corriente del humorismo gráfico generado por instituciones culturales como la revista El Jueves, las viñetas de Brieva se constituyen como una ácida y sarcástica crítica contra el neoliberalismo extremo y sus efectos destructivos en la sociedad, la clase política, la manipulación mediática y la insensibilidad ecológica, entre otros. En este sentido, Benjamin Fraser anota que “the artist exploits the comics text as a creative visual space in which to reveal and challenge the ideological patina of contemporary capitalism” (44), mostrando la viñeta como un espacio para el ejercicio crítico. Adicionalmente, Benoit Mitaine recalca la agilidad gráfica de Brieva por la que consigue imitar una diversidad de estilos, desde los visuales de Disney, hasta la iconografía publicitaria (278), lo que permite abordar las cuestiones ya mencionadas desde la apropiación de discursos y estilos, creando mediante la contraposición de imagen y mensaje un efecto irónico y sarcástico.

Uno de los temas recurrentes en la obra de Brieva es el efecto que el paradigma de la ciudad neoliberal tiene sobre los ciudadanos. De esta forma, la ciudad y su desarrollo en la época contemporánea cobra una relevancia clave en el trabajo del artista sevillano. La ciudad constituye el lugar donde habitan la gran mayoría de los ciudadanos y comporta así mismo un gran número de oportunidades de lucro para los poderes tanto fácticos como políticos. Sin embargo, reducir los entornos sociales de la urbe a relaciones basadas en cuestiones racionales y pragmáticas supone una simplificación de la complejidad que presenta el tejido urbano. Los estudios clásicos sobre la ciudad ya señalaban a esta dirección. En su artículo “The stranger” (1908), Georg Simmel define la ciudad en base a las relaciones que se gestan en el nivel micro de la realidad urbana, en vez de definirla a través de los procesos macroeconómicos y políticos (73). En la misma línea, ya entrado el siglo XX, Henri Lefebvre asegura en su libro The production of space (1974) que las ciudades se componen, por un lado, de espacios materiales, y, por otro, de los significados que estos reciben por parte de sus ciudadanos a través de sus prácticas urbanas (12). Ya en el siglo XXI, la teorización sobre las ciudades sigue siendo un tema central, con aportaciones como las de la geógrafa Doreen Maseey, quien, en su trabajo For space (2005) defiende que el espacio no existe con anterioridad a las entidades e identidades y las relaciones que se dan entre esas y su espacio (11). En “Ciudad sin ciudad” (2007), Manuel Delgado alerta de crear las ciudades en base a las necesidades de la ciudadanía, en vez de centrarlas en torno a las ideas del consumo y el turismo (191). Por mucho que exista abundante crítica que apunte a la necesidad de basar la ciudad en las relaciones y necesidades del ciudadano, estos planteamiento se han contrapuesto históricamente con el funcionamiento habitual de las ciudades. Esta misma tensión aparece reflejado en la obra de Brieva. En la Figura 1 se muestra una viñeta dividida de forma simétrica en dos planos, en los que se muestran dos realidades en tensión marcadas por el nivel de voluntad del sujeto de gran tamaño representado desde su busto en primer plano. En el lado izquierdo de la ilustración, al fondo se percibe una ciudad neoliberal, simbolizada por sus fábricas y sus edificios serializados, ambos dibujados en una paleta gris, lo que genera un efecto de homogeneización entre el espacio de las fábricas y el espacio de viviendas. Los habitantes de esta urbe aparecen tras el hombre en primer plano mostrando sus prioridades e intereses en carteles que presentan el signo del dólar, un barril de petróleo y un arma, entre otros. Esta sección de la figura muestra la ciudad como espacio comercial y de consumo, basado únicamente en los datos macro, y sin consideración por las relaciones entre los habitantes de la misma. De esta forma, el funcionamiento económico de la ciudad se ha antepuesto a toda otra noción y, en concreto, a la necesidad de configurar la ciudad como un lugar para la relación y desarrollo de los ciudadanos. Como consecuencia, los ‘derechos’ como consumidores predominan sobre los derechos del ciudadano, ya que, como Néstor García Canclini anota “muchas de las preguntas propias de los ciudadanos (…) se contestan más en el consumo privado de bienes y de los medios masivos que en las reglas abstractas de la democracia o en la participación colectiva en espacios públicos” (13), creando mentalidades consumidoras, en vez de colectividades ciudadanas. Sin embargo, el lado derecho de la viñeta muestra una realidad diferente, la realidad de la ciudad como espacio social. En ella, el fondo muestra una ciudad que presenta una arquitectura orgánica y colorida, poblada por elemento naturales, así como aerogeneradores. En ella los ciudadanos defienden conceptos como el bien común, el conocimiento, o la economía sostenible a través de sus pancartas.

Figura 1
Figura 1.Miguel Brieva, La gran aventura humana (2017)

Aunque la Figura 1 muestra como claro objetivo alcanzar la creación de una ciudad basada en la ciudadanía y sus necesidad, Miguel Brieva considera la ciudad actual como un espacio que opera bajo las normas del capitalismo y que aleja al ciudadano de su relación con lo natural y con lo no humano. Por lo tanto, la define como un ambiente que ejerce un fuerte efecto negativo sobre las subjetividades de las personas que lo habitan, tal y como se muestra en la mitad izquierda de la Figura. 1. Con este objetivo, Juan Vargas-Iglesias destaca el carácter ecléctico y fragmentario de sus viñetas, propio de una contextualización posmoderna, y representativo de una sociedad fragmentada e individualista (246-247). Adicionalmente, críticos como Steven Torres y Xavier Dapena han destacado en este sentido la falta de personajes recurrentes y protagonistas, lo que aumenta esta sensación de fragmentación e individualismo (Torres 51; Dapena 97). Múltiples críticos apuntan al sistema capitalista como generador de estas problemáticas en el trabajo de Brieva (Fraser 44; Dapena 97), destacando en particular el uso que Brieva hace del medio publicitario apropiándose de él con fines críticos (Torres 51–52; Fraser 46). En cuanto al espacio público, Germán Labrador destaca “(la) tarea de demolición simbólica del discurso institucional de la democracia a través de la interpelación estética de su imaginario del tiempo en los espacios públicos” (Méndez, “¿Lo llamaban democracia?” 31), mostrando la importancia del espacio de la ciudad como escenario de oposición en el trabajo del artista sevillano. En este mismo sentido, Dapena apunta al espacio urbano de Brieva como espacio de empoderamiento de sujetos subalternos (102). Los trabajos críticos de Dapena y Labrador, mencionan la visión positiva del enclave urbano como espacio democrático, sin embargo, dejan de lado el análisis de la urbe representada como espacio hipercapitalista. Aunque entre las viñetas de Brieva pueden encontrarse imágenes esperanzadas sobre el futuro de la urbe, este objetivo no puede alcanzarse sin analizar antes las estructuras de poder que subyacen en la ciudad actual. A partir de ahora, analizaré cómo las viñetas de Brieva cuestionan la organización y funcionamiento de las ciudades, y su efecto sobre los hábitos y costumbres del individuo y de la colectividad; cómo fomenta el individualismo, la segregación social, y la desconexión, tanto con la comunidad como con el entorno.

Crisis del modelo de desarrollo urbano del Capitaloceno

Desde 1997 y hasta aproximadamente 2005, se da en España el periodo denominado como años de bonanza económica (Marsal Llacuna and Vilanova Claret 2, 3; Camacho et al. 7). En este periodo, el crecimiento económico y la construcción serán dos de las claves de esta narrativa de la que los agentes políticos dirigentes del momento se hicieron eco de forma constante. Tal y como Matilde Alonso y Elíes Furió Blasco anotan, hasta la irrupción de la crisis, la economía española vivió el periodo de crecimiento económico más estable y prominente de su historia contemporánea (3), lo cual creó un ambiente de optimismo social, pero también mercantil y político, haciendo que las administraciones tanto públicas como privadas se embarcaran en proyectos y prácticas de alto riesgo, que años después mostraron sus efectos más desagradables. El mercado español se basó en gran medida en la construcción, haciendo que las viviendas construidas en el territorio español superasen las edificadas en Francia, Alemania, y Reino Unido, países que combinados superan por cuatro la densidad demográfica de España (Fernández Durán 24). La construcción de viviendas, complejos, infraestructura y espacios urbanos fue frenética, y las consecuencias de este proceso fueron a su vez devastadoras, tal y como Ramón Fernández Durán menciona, van desde la ocupación directa e indirecta del territorio, hasta la destrucción de ecosistemas y la alteración del paisaje periurbano, lo que como consecuencia impactó también en las actividades rurales que se desarrollaban en dichos lugares (31), cambiando de esta forma la vida natural y social del entorno, especialmente mediante la recalificación de terrenos no urbanizables. En el plano cultural, la crisis se convirtió también en uno de los temas centrales, realidad que, tal como anota Dapena, no escapó al panorama gráfico, al convertirse en una tendencia a la alza (95). De esta forma, el cómic de la crisis aborda las cuestiones de la coyuntura económica, como la burbuja inmobiliaria, el negocio del ladrillo, así como cuestiones sociales derivadas de la misma como los recortes sociales o el impacto de la masiva construcción sobre el medio natural. A este respecto, la obra de Brieva muestra los efectos de la ciudad neoliberal como una consecuencia de este marco de referencia.

A diferencia del Antropoceno, que propone una era determinada por el humano como un agente geológico, el Capitaloceno, tal y como el historiado Renán Vega Cantor anota, define una era histórica dominada por el capital y por las implicaciones geológicas de larga duración desencadenadas como consecuencia del sistema capitalista (315). En esta línea, cabe destacar que Moore define el capitalismo como una forma de organizar el entorno natural (Moore, Antropocene or Capitalocene? 6), y por lo tanto, se basa en una concepción relacional de subordinación y explotación. Esta idea se muestra en la Figura 2, de la obra La gran aventura humana (2017), donde tanto los agentes humanos como no humanos se ven subordinados a las planificaciones del poder político y fáctico que moldea su entorno y forma de vida. Esta imagen es parte de una serie de viñetas secuenciales en las que se muestra Madrid antes y después de la fiebre de la construcción de los años 90. La Figura 2 marca la diferencia entre ese pasado de la ciudad dibujada como un entorno natural, en el que se presentan tanto humanos como elementos no humanos (flora y fauna) en consonancia, dibujados en colores vivos que van desde los verdes de los prados, hasta los azules de los arroyos, y la ciudad impersonal de las viviendas serializadas y de la total ausencia de vida no-humana. En este sentido, cabe destacar que Brieva no muestra un pasado idealizado o glorificado ya que menciona que esta Madrid previa a la urbanización masiva ya mostraba indicios del “desarrollo mal entendido”, situando así a la ciudad en los comienzos del proceso de extrema neoliberalización compartido globalmente por otras grandes ciudades, como Londres o París. Sin embargo, y en contraposición con las siguientes viñetas, en esta representación del pasado, Brieva muestra un espacio pre-urbanizado que posibilita la relación del ciudadano con su entorno, entendido en este caso como un ente social, y que contrasta directamente con el panorama de la Figura 2. En esta imagen se muestra a un concejal que, en vista en picado y desde las alturas, observa unas obras que están trasformando ese entorno natural en un complejo más de viviendas sin carácter local. El político en la viñeta sirve para representar lo que Pierre Dardot y Christian Laval denominan poderes oligárquicos, componente esencial en la gobernanza neoliberal (Dardot and Laval, “La pesadilla que...” 21). El bloque oligárquico neoliberal se compone por grupos políticos, fuerzas sociales, potencias económicas y entornos mediáticos cuyo objetivo es establecer la razón neoliberal para perpetuar su poder, aún a costa del detrimento de la sociedad de bienestar (Dardot and Laval, “La pesadilla que...” 128–29). En la Figura 2, el concejal simboliza este conjunto de poderes enriqueciéndose a costa de la explotación del suelo y del bienestar de la ciudadanía. En este caso, el narrador define la ciudad como “un anillo kilométrico de devastación, de tierra movida y decampada, un cerco atroz de no-lugares tan feos como inhabitables”, es decir, lo que previamente fue un entorno natural, se presenta como un espacio subyugado a los intereses del capital. De esta forma, resulta significativa la vista en picado del agente político, lo que muestra una posición de superioridad sobre el medio natural no humano. Sin embargo, este efecto, lejos de limitarse a la explotación de los recursos puramente naturales, impacta también sobre las relaciones humanas, ya que el despojar a los habitantes de la ciudad previa con la que sostenían una relación de identificación afecta directamente sobre las dinámicas de relación de estos respecto a su espacio urbano. De esta forma, el urbanismo basado en los principios del progreso neoliberal define los procesos de identificación del sujeto humano respecto a su medio natural, caracterizado, en este caso, por la ausencia de este y por la serialización de su entorno.

Figura 2
Figura 2.Miguel Brieva, La gran aventura humana (2017)

En este sentido, esta dinámica, que durante los años de bonanza se presentaba como símbolo de progreso y avance, dio un giro en 2009 cuando la economía española entra oficialmente en recesión, situando al país en el centro de una crisis, que tal y como Gonzalo Bernardos Domínguez anota, fue “consecuencia de un largo período de auge (1998-2005), donde los riesgos incurridos por empresas promotoras y entidades financieras fueron muy elevados” (23). Por lo tanto, en el año 2009 España vive inmersa en una crisis derivada de las estructuras y prácticas que durante la década anterior se configuraron como símbolo del progreso de la nación, prácticas que impactaron tanto la vida de los ciudadanos como el paisaje de las ciudades.

A este respecto, Moore destaca que las crisis económicas anteriores a la coyuntura global que emergió en 2008 se superaron con soluciones que se basaron en la explotación de lo que denomina naturaleza barata, sin embargo, este no es un recurso que pueda aplicarse al contexto de la crisis contemporánea (Moore, “Capitalism in the Web of Life” 1, 27). En esta línea, el economista Federico Aguilera Klink, en La relación entre la economía y el medio ambiente,[1] recalca el problema de la naturaleza barata anotando que no existen suficientes recursos naturales para sostener el estilo de vida occidental (273), lo que sitúa al modelo económico como principal problema ambiental (293). De esta forma, se muestra el rol central que lo no humano supone en el discurso neoliberal, motivo por el cual resulta indispensable incluir este componente en el debate sobre la crisis económica y el problema del urbanismo neoliberal de los años de bonanza. Consecuentemente, las relaciones de dominación y explotación de lo no humano se muestran como el eje central y vertebrador del fenómeno del Capitaloceno, hecho que ha impactado sobre la configuración de las ciudades actuales.

En este sentido, la Figura 3, conformada por dos viñetas de esa misma historia secuencial sobre el desarrollo urbano en la capital española, muestra de forma clara la subyugación en las relaciones del poder en esta era geológica. En ella, se aprecia el proceso por el cual la ciudad madrileña se desprende de la tierra para convertirse en una isla flotante, alejada de su territorio original, pero codeándose en este caso con otras islas urbanas como Tokio, Nueva York, o Londres. En este caso, el desapego por la ciudad previa a la instauración de la polis neoliberal, y la desconexión absoluta entre la ciudad y el entorno no humano se muestra de forma literal, es decir, la ciudad no se presenta en esta instancia como un espacio ciudadano, ni como un enclave en el que lo humano y lo no humano coexisten, sino como un lugar subyugado a la lógica de los poderes oligárquicos. Es por ello por lo que, en la segunda viñeta de la Figura 3, las ciudades se definen a si mismas de forma cuantitativa, basándose en cuestiones como el PIB,[2] que, en las dinámicas del Capitaloceno, serán los únicos valores de importancia en lo que respecta a los espacios urbanos. Adicionalmente, esta viñeta muestra un predominio absoluto de la tecnosfera sobre el medio natural y humano. En este caso, la tecnosfera definida por Cearreta como “el sistema global autónomo y omnipresente que incluye a los seres humanos y sus diferentes redes tecnológicas” (25), se desprende del resto de esferas (atmósfera, hidrósfera, litósfera y biósfera), marcando la dominación absoluta del medio tecnológica y humano sobre el natural. Esta categorización muestra también la lógica universalizante de esta era geológica, que se propone la configuración del espacio mundial como un ente homogéneo regido por el capital. De esta forma, Brieva se suscribe a la concepción planetaria del Capitaloceno, al definir las problemáticas sociales, urbanas, tecnológicas y ecológicas como derivadas de la lógica neoliberal del capitalismo.

Figura 3
Figura 3.Miguel Brieva, La gran aventura humana (2017)

Efectos del urbanismo racional sobre el sujeto urbano

Las ciudades contemporáneas, por lo tanto, se embarcan en un proceso de homogeneización marcado por los valores económicos del neoliberalismo, lo que deriva en una ciudad regida por el discurso del progreso y el pragmatismo. En este sentido, resulta indispensable poner el foco en uno de los instrumentos indispensables que han facilitado este proceso enmarcado en el Capitaloceno: la planificación urbana. Tal y como Carlos Verdaguer Viana-Cárdenas menciona, “el urbanismo fue en realidad la herramienta más adecuada de que se dotó el capitalismo prefordista en su periodo de consolidación para ordenar el consenso exclusivamente entre los diferentes intereses dominantes” (53). Dichos intereses, como Labrador anota, han pasado de imitar el modelo estatal a imitar el mercantil, produciendo así “una urbanización molecular, de flujos no hegemónicos, de segmentos de sentido y de tiempo conectados y desconectados en función de cambiantes necesidades productivas” (Méndez, “El precio del espacio” 225). De esta forma, el control de los proyectos de urbanización reside en entes tales como el Estado y el capital privado, en función de los intereses del mercado, excluyendo de la ecuación a la ciudadanía y las necesidades de la misma, y produciendo así una ciudadanía desconectada de su entorno urbano y natural y atomizada entre sí.

Siguiendo por esta línea, uno de los problemas más significativos que promueve la polis neoliberal encuadrada en el proceso del Capitaloceno será la pérdida de lugares de memoria. Tal y como Lefebvre menciona, la ciudad es un producto social y cultural y, como tal, los ciudadanos se relacionan con estos significados. Sin embargo, Brieva critica la pérdida de referencias de identificación debido a la imposición de valores capitalistas, y a las ideas de progreso y modernización que provocan una constante construcción y renovación urbana que destruye el entorno ecológico y no humano y que deriva en una arquitectura impersonal, repetitiva y serializada, atacando por lo tanto el sistema de planificación urbana que se desarrolla desde prácticas del Capitaloceno.

En este sentido, la Figura 4, de la obra El otro mundo (2009), ejemplifica claramente esta problemática. En esta viñeta, se presentan una serie de personajes que se encuentran explorando este espacio concreto de la ciudad. La escena toma lugar en una plaza de una polis no identificada y, en el centro de la viñeta, emerge un pequeño espacio de césped cercado por una valla en el que aparece un cartel que recuerda que previamente hubo algo bonito en ese mismo lugar, pero que hubo que quitarlo. Adicionalmente, en el fondo de la imagen aparecen vestigios de la ciudad, representada como un espacio urbano con una arquitectura fabricada en serie y totalmente impersonal. Todos los edificios son idénticos, así como sus colores, de una paleta gris y violácea, que se funden también con la paleta de la plaza, creando un efecto industrial. Por lo tanto, no hay signos de un espacio natural o una arquitectura local, lo que niega a sus ciudadanos de ciertos elementos para la identificación y construcción de una identidad urbana local.

Figura 4
Figura 4.Miguel Brieva, El otro mundo (2009)

Esta desconexión del ciudadano y la ciudad se muestra de forma total en esta viñeta, al incluir a turistas y vendedores de souvenirs como únicos protagonistas de la escena. La imagen, lejos de mostrar a un grupo de ciudadanos haciendo uso del espacio urbano, muestra pequeños grupos de turistas congregados alrededor del cartel para tomarse fotos con él, así como un vendedor que ofrece “¡CAMISETAS! ¡SOMBREROS! ¡OBJETOS HORRIBLES!”. De esta forma, la ciudad se muestra como un producto de consumo diseñado para ser comercializado y vendido, un espacio de intercambio económico, en vez de un espacio de relaciones sociales. Adicionalmente, la ironía presente en las palabras del vendedor, que devalúa los mismos productos que trata de vender, muestra la decadencia del consumismo, tanto de los souvenirs en si mismos, como del proceso por el cual la ciudad se resume igualmente a un producto para el consumo. Finalmente, este proceso de mercantilización se presenta a través de las fotografías que los turistas toman, ya que colocan a la ciudad en una posición de producto, que poco se aleja de aquellos bienes materiales que el vendedor promociona.

La mercantilización de la ciudad tiene como resultado una ciudad impersonal y fabricada en serie, motivo por el que la urbe se presenta con esta paleta monótona e industrial. El único espacio que rompe con el esquema de colores es el césped que contiene el cartel, que hace mención a un pasado de la historia urbana del lugar, un pasado que debido al tipo de desarrollo urbano racional y basado en el discurso de la modernización que se ha llevado a cabo, ya no existe ni se recuerda. Este lugar previo se muestra como un entorno natural y en consonancia con lo no humano, sin embargo, la subyugación de la ciudad a la lógica neoliberal ha provocado un urbanismo que explota y elimina lo no humano, para conseguir así una ciudad pragmática y racional basada en los ideales del capital. En este sentido, la temporalidad y progresión con la que se ha desvinculado al ciudadano de su entorno natural local hace que se produzca un estado de desmemoria por el lugar precedente a la polis neoliberal, y por las estructuras sociales y de poder que se vinculaban con el espacio anterior, en el que se muestra la existencia de lo no humano. En este sentido, destaca la mujer situada en frente del cartel que dice “¡MIRA QUÉ BIEN CONSERVADO QUE ESTÁ EL CARTEL, CARIÑO!”. En este caso, Brieva juega con la expectativa de que la mujer será la única que haga referencia al césped y, por lo tanto, al entorno natural previo al desarrollo urbanístico, al hablar de ‘conservación’. Sin embargo, esta expectativa se ve truncada con el recurso de la ironía, por la que finalmente el lector descubre que el referente es el cartel y no el césped. El único personaje que podría parecer que considera el pasado espacial, resulta seguir el mismo patrón que el resto de los turistas. Como consecuencia, la eliminación de este pasado espacial lleva a la desmemoria y a una pérdida de las señas de identidad ciudadanas, ya que los sujetos urbanos tienen ciudades materiales, pero han perdido los significados sociales y culturales que estos contenían, desconectándose así de sus propias señas de identidad y finalmente de la ciudad en sí misma. Esta misma idea se presenta enfatizada por el hecho de que las caras de todos los personajes de la viñeta están estratégicamente cubiertas mediante diferentes mecanismos y, por lo tanto, la pérdida de su identidad espacial se muestra con la negación de uno de los elementos más característicos y representativos del ser humano: su rostro. En otras palabras, con la perdida de ciudades locales y mediante este movimiento hacia la impersonalización del espacio, las personas que se relacionan con este espacio viven este mismo proceso. La negación del rosto supone una eliminación de las características individuales, lo que hace que cada personaje en la viñeta sea un producto más, indistinguible del resto. De este modo, se muestra la forma en la que la configuración de la ciudad afecta sobre la subjetividad de los individuos que la habitan.

Adicionalmente, Álvaro Sevilla-Buitrago subraya la importancia que las estructuras de poder subyacentes en la configuración de la ciudad tienen en este proceso, al anotar que:

la noción de espacio público (…) funcionaría como un mecanismo a través del cual la clase dominante consigue que no aparezcan como evidentes las contradicciones que la sostienen, al tiempo que obtiene también la aprobación de la clase dominada al valerse de un instrumento –el sistema político– capaz de convencer a los dominados de su neutralidad (4)

Sin embargo, Miguel Brieva utiliza diferentes métodos de contraste en sus viñetas para mostrar estas contradicciones de forma aparente. En este sentido, uno de los casos se presenta en la Figura 5 que ejemplifica precisamente este proceso. Se trata de una viñeta de página entera que se muestra en formato de anuncio publicitario cuyo producto a promocionar es el “INDIVIDUALISMO DE MASAS”. El estilo gráfico de la parte superior imita visualmente los spots creados durante los años 50, con letras de gran tamaño en colores vistosos, y cuadros de texto en naranja con los bordes en punta en los que se leen adjetivos como “¡NUEVO!” o “¡CALENTITO!”, que llaman directamente la atención del consumidor creando un efecto dinámico y energético. En este sentido, Fraser destaca que Brieva ataca el discurso neoliberal reapropiándose del lenguaje visual generado desde el marketing (46). De esta forma, la imagen sigue las estrategias publicitarias de apelación de la atención del receptor, estrategia que adopta para, utilizando la misma forma del marketing como símbolo del consumismo, criticar el crecimiento sin precedentes de la sociedad de consumo, así como la homogeneización de la misma.

Figura 5
Figura 5.Miguel Brieva, La gran aventura humana (2017)

En el resto de la composición, predomina un busto de gran tamaño con fracciones y colores neutros, del que emanan bocadillos con mensajes que hacen referencia al ego y la falta de sensibilidad con los problemas políticos y ambientales de los individuos de la ciudad, así como un bocadillo en color blanco en el que se lee la palabra “YO” dentro de un corazón, o un bocadillo de color azul pálido que dice “¿CAMBIO CLIMÁTICO? ¡BUAH, YA INVENTARÁN ALGO PA ARREGLARLO!”. De esta forma, Brieva critica tanto el creciente individualismo como la indiferencia por lo no humano y por los problemas ecológicos que se interiorizan por los ciudadanos a través de la polis neoliberal. Además, el gran tamaño de la figura humana, así como su posicionamiento en el centro de la viñeta refuerzan estos mensajes al situar al individuo humano como centro neurálgico del espacio.

Sin embargo, uno de los elementos de más interés a nivel gráfico se encuentra prácticamente oculto tras este busto de grandes dimensiones. Se trata de un fondo con colores oscuros en el que se representa una ciudad que parece destrozada o sitiada, con edificios en ruinas o a medio acabar. En este plano, el espacio ocupado por el cielo está representado mediante un degradado de colores marrones y amarillos, lo que ofrece una sensación apocalíptica, y refuerza la sensación de destrucción de la viñeta. Esta ciudad se presenta de esta forma a causa de la desconexión que existe entre la ciudad y el ciudadano. El individualismo que presentan los habitantes de la urbe hace que estos se aíslen y atomicen, y pierdan la conexión con su espacio. Esta realidad se representa, en primer lugar, por las fracciones neutrales del busto, que hacen referencia a una serialización del individuo, y una pérdida de la identidad social, y, en segundo lugar, por el estado precario de la ciudad, ante la cual el sujeto se muestra en un estado de indiferencia, ya que aparece ajeno a este plano, tanto a nivel gráfico en la viñeta, como a nivel temático. De esta forma, Brieva representa los efectos que en un futuro pueden tener los valores que se instauran de en el marco de la ciudad neoliberal. La extrema racionalización de la ciudad y los efectos del Capitaloceno crean sujetos desconectados de la ciudad, evolución que se da de forma progresiva y que, unida a un extremo proceso de individualización, derivan en un ciudadano y una ciudad que sólo pueden ser mostrados en dos planos diferentes, y contrapuestos.

Hacia el oikos y la ciudadanía activa

Como ya se ha mencionado, Brieva critica de forma incisiva la transformación neoliberal que se ha llevado de forma constante desde finales de los años 90 en el territorio español, y el consiguiente desapego que los ciudadanos han sufrido respecto a su espacio local. La concepción del neoliberalismo que se ataca es la definida por Verónica Gago como neoliberalismo desde arriba, contrapuesta por una noción desde abajo, que “reorganizan la nociones de libertad, cálculo y obediencia, proyectando una nueva racionalidad y afectividad colectiva” (10). Brieva opta por esta concepción que pretende revertir los valores del neoliberalismo contemporáneo mediante la resignificación del espacio urbano. En este sentido, Brieva entra en contacto con procesos políticos y conversaciones sociales situadas tanto a nivel particular en Madrid, como a nivel nacional. De esta forma, su concepción del espacio y su relación con la configuración de la ciudadanía es la misma que sostuvo el movimiento indignado del 15M. Al grito de “esta plaza es nuestra plaza” y con slogans como “toma la calle”, el día 15 de mayo de 2011 se convoca en la madrileña Plaza del Sol la acampada de los denominados como indignados del sistema. La finalidad de estas movilizaciones fue, tal y como el politólogo y político español Ramón Espinar apunta, la de contraponerse a las políticas de ajuste impuestas por el Gobierno entre 2008-2011, y la de criticar una democracia que consideraban como insuficiente y poco representativa, así como la corrupción de las instituciones políticas (62), sin embargo, el rasgo distintivo de esta movilización fue precisamente el uso que los manifestantes hicieron del espacio público. En este sentido, Sevilla-Buitrago presenta el objetivo de los indignados como el de “descubrir en las calles un lugar propio pero colectivo, personal pero político” (97), a lo que Michael Janoschka y Elvira Mateos añaden que:

Este uso propone un cambio radical frente a los usos y representaciones que dominan las esferas públicas y el espacio público: mientras éstas, en el marco de la producción neoliberal de lo urbano han sido, o bien arrinconadas, o bien relegadas a una categoría residual o a un mero escenario para el lucro, el 15-M ha constituido una forma renovada de idear, apropiar y percibir esas esferas (77)

En esta misma línea, Fabià Díaz-Cortés y Jorge Sequera destacan el proceso de reapropiación de la calle por parte de diversos colectivos, así como la transferencia de poderes a los barrios (4), mostrando la nueva perspectiva sobre el espacio urbano post 15M. De esta forma, tal y como Labrador anota, se presenta el movimiento 15M como un punto de inflexión en la consideración del espacio urbano (Méndez, “¿Lo llamaban democracia?” 13), tomándolo como punto de partido hacia una concepción menos arraigada en el Capitaloceno y más basada en la colectividad de la ciudadanía y la relación de este colectivo con su espacio urbano no humano.

Tal y como Dardot y Laval afirman, no se puede combatir el neoliberalismo sin un imaginario alternativo a la altura del sistema que se pretende sustituir (Dardot and Laval, “La pesadilla que...” 70). Al igual que otros artistas en diálogo con estas corrientes políticas que exigían un mayor sentido de comunidad urbana no solo unificada por el capital, los cómics de Brieva ayudan a imaginar cómo sería este futuro alternativo. En este sentido, la Figura 6 es una representación de esa esperanza por el futuro urbano. Esta viñeta aparece como imagen final de la serie de viñetas secuenciales que narran la historia de Madrid previamente analizadas. Como ya se ha mencionado, esta sucesión de imágenes muestra la historia de Madrid y su radical transformación de ciudad social a polis neoliberal del Capitaloceno. Sin embargo, esta última viñeta cierra con un tono más optimista. Dibujado en este caso con colores más vivos, el espacio que se muestra es la madrileña Plaza del Sol. Parece obvio que la selección del lugar no es casual, ya que se trata de un espacio simbólico tras el movimiento indignado y la acampada Sol del 15M, lo que remite a la relación de la urbe con la posibilidad de movilización social. Además, la plaza está representada tanto por sus edificios emblemáticos como la Real Casa de Correos (1760-1768), como por la reconfiguración del espacio público como un entorno natural (árboles, vegetación, etc.) y lugar de socialización (parques infantiles). Adicionalmente, cabe destacar que este edificio histórico alberga actualmente la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, lo que vincula el espacio público también con la esfera política. Esta inclusión muestra una posibilidad para el ciudadano de relacionarse con su entorno urbano y sus señas de identidad, a la vez que define el espacio urbano como un espacio democrático de unión del poder público y político.

Figura 6
Figura 6.Miguel Brieva, La gran aventura humana (2017)

En su ensayo “The Emotional City”, Adam Caruso defiende que “architecture should be sensitive to those emotional qualities that define the city”, a lo que añade que “architecture is about altering and extending what is already there” (Caruso). De esta forma, Caruso muestra la dirección ideal de la arquitectura como la de trabajar con la historia arquitectónica local, respetando las tradiciones, emociones, y lugares de memoria de cada enclave urbano. En esta misma línea, la viñeta muestra de forma clara esta idea de la necesidad de identificación y bienestar del ciudadano mostrando elementos arquitectónicos locales propios de la capital madrileña. De esta forma, la ciudad no se presenta como el trasfondo serializado e industrial de la imagen, sino como un espacio que promueve la identidad colectiva ciudadana. Siguiendo esta idea, Brieva consigue mostrar una ciudad que combina las relaciones políticas y cívicas basada en las necesidades civiles y relaciones sociales entre ciudadanos y entre estos y sus distintos entornos, lo que, como consecuencia, muestra una ciudad y una ciudadanía presentadas en un mismo plano, lo que indica el uso activo de la ciudad por parte de sus habitantes. Juan. Carlos Pérgolis y Danilo Moreno llaman a este estado el ‘deseo de ciudad’ que definen como “un impulso que implica no solamente el reconocimiento del espacio que nos rodea, sino también la apropiación psicológica de ese espacio y la capacidad de reconocernos, en él, como parte de la comunidad” (25). En este sentido, David Harvey anota que una ciudad que responde a las necesidades de sus ciudadanos supone una esfera para la participación democrática en sustitución del neoliberalismo destructivo (2). Por lo tanto, este punto de partida de la ciudad como representativa de una comunidad mediante la creación de una arquitectura asociativa, tendría claros beneficios en la creación de la colectividad al favorecer la actividad peatonal al uso de vehículos y, los espacios verdes al entorno de hormigón y los espacios comerciales.

En esta línea, cabe destacar que la plaza está poblada por elementos naturales, como árboles, huertas comunitarias, parques infantiles y una fuente rodeada por bancos para el disfrute de los viandantes. También se perciben aerogeneradores en representación de una tecnosfera sostenible y en consonancia con las necesidades humanas y no humanas. Por lo tanto, se presenta un ambiente más relajado y saludable, en el que los ciudadanos pueden relacionarse con la ciudad, así como entre ellos mismos sentando las bases de una comunidad más fuerte y consolidada. A este respecto, Díaz-Cortés y Sequera destacan como característica del movimiento 15M “el incremento de otras prácticas, laborales como el cooperativismo, los grupos de consumo, la autoformación, el consumo responsable, etc., (…) desafiando desde abajo la construcción del eje trabajo-capital y generando progresivamente un nuevo frente destituyente-constituyente” (7), a lo que Sevilla-Buitrago añade la construcción de espacios como “biblioteca popular, guardería, teatros, huerto ecológico en los parterres de la plaza, etc.” (97). Estas iniciativas contrastaron directamente con la identidad actual de la plaza, que se define por una total predominancia de los espacios de hormigón y los locales comerciales. Sin embargo, Miguel Brieva sigue el nuevo pensamiento de ciudad y del ciudadano basado en los ideales del movimiento indignado para proponer la ciudad como un espacio asociativo, sostenible, colectivo, y en consonancia con lo no humano. Asimismo, es importante destacar que a diferencia de otras viñetas en las que los ciudadanos y la ciudad aparecían separados en planos diferentes, en esta ocasión se presenta una multitud de personas haciendo uso de su espacio urbano y en conexión con la ciudad y con los elementos naturales que esta ofrece.

Este estado urbano sólo es alcanzable siguiendo los preceptos de Moore de la ecología del oikos, es decir, de una ecología multinivel que combina ambientes humanos y no humanos (Moore, “Entrevista a...” 109). En este sentido, Brieva muestra la ciudad ideal en base al oikos, en otras palabras, como un espacio de relaciones que no se basen en poderes dualísticos de humano/naturaleza, sino que combinen estos conceptos en un proceso de simbiosis e identificación.

Siguiendo esta línea, la esperanza que se presenta en la viñeta anterior acaba por materializarse en la Figura 7 en la que esta ciudadanía activa es capaz de traspasar el espacio público urbano para pasar al hemiciclo del Parlamento. La ciudadanía activa consigue en este caso tomar de forma pacífica el Parlamento de los Diputados, lo que atemoriza a los políticos que allí se encuentran. Estos actores públicos se presentan escondidos tras columnas o huyendo de la población que pacíficamente avanza hacia ellos, en una representación que recuerda a las históricas imágenes del 23F y, por lo tanto, creando por la contraposición un comentario político e irónico, al modificar la amenaza del golpe de estado al control activo de los ciudadanos. Resulta interesante, que esta masa de ciudadanos, portando carteles en los que se leen conceptos como ‘Sanidad’, ‘Educación’ o ‘Si, se puede’, toma el centro exacto de la viñeta, presentándose, así, como elemento más relevante de la composición. En este sentido el oikos se conjuga con la idea de lo común de Dardot y Laval como “the emergence of a new way of challenging capitalism” (Dardot and Laval, Common 5), es decir, en la comunidad de la ciudadanía activa, y su interacción con sus medios no humanos es donde se encuentra el desafío para el neoliberalismo de la urbe.

Figura 7
Figura 7.Miguel Brieva, La gran aventura humana (2017)

Adicionalmente, este espacio del Parlamento se muestra, gracias al flujo de la manifestación ciudadana, como una prolongación del espacio de la ciudad del que estos ciudadanos emergen. Por lo tanto, la viñeta vincula de forma directa esta ciudad, que se muestra por una arquitectura contrapuesta a aquellos otras imágenes de edificios serializados, con la movilización ciudadana, y, finalmente, con el control político. Por lo tanto, esta ciudadanía unida y con el objetivo de tomar el control supera la barrera del poder político, objetivo que se presentaba como imposible en las viñetas anteriores en las que los ciudadanos no tenían contacto entre sí. Esta concepción del poder político se relaciona con la idea propuesta por Moore de la política ontológica, que se configura de la siguiente manera:

Necesitamos una política ontológica que sea una política del valor, que sea holística y relacional, que recoja las relaciones de sostenibilidad no solo en un sentido ambiental estricto: necesitamos algo mucho más amplio, una forma de valorizar el trabajo tanto de la naturaleza extrahumana como de la naturaleza humana (Moore, “Entrevista a...” 110)

En otras palabras, el espacio y su relación con el humano se presentan como cruciales para conseguir penetrar en la esfera política y económica, que en última instancia es la representante de los valores que la ciudad emocional pretende combatir.

Recreando la ciudad

Las viñetas ácidas y críticas de Miguel Brieva nos muestran los efectos destructores del modelo de vida dominante. Pero, también plantean posibilidades de renovación y esperanza que sólo pueden ser realizadas buscando modelos urbanos que respeten las señas de identidad que los espacios locales tienen para sus habitantes, y que se basen en valores de la comunidad y del respeto de lo humano y lo no humano.

Su concepción de la ciudad, similar al concepto del oikos desarrollado por Moore, no sólo posibilitaría una urbe más saludable y colectiva, sino que ofrecería a aquellos que viven en ella la oportunidad de relacionarse de otra manera con su espacio urbano, mostrándoles así una forma de identificación ciudadana y creando una comunidad colectiva más sólida.

Durante los años de bonanza, considerar los riesgos de la ciudad neoliberal rompía con el discurso oficial, las voces de alarma que señalaban los problemas que este modelo de construcción podría acarrean se consideraban fuera de lugar, y las críticas a la necesidad generada por estos bienes por parte del sistema de mercado se tildaban de exageradas. Sin embargo, los años posteriores mostraron la necesidad de discernir lo esencial de lo superfluo, desvinculando la idea de ciudad de la concepción de lujo y negocio y, acercándola a una idea social y colectiva. Resulta interesante, que en plena crisis del COVID19, el debate sobre lo esencial y lo no esencial vuelva a tomar un rol central, coyuntura que podríamos tomar para reflexionar sobre qué es esencial en el plano urbano, y a partir de ello, recrear la ciudad.


  1. Este trabajo contiene ilustraciones de Miguel Brieva. Estas viñetas pudieron emplearse en dicho estudio por autorización expresa del dibujante. Las ilustraciones tomadas en las obras Dinero (2008) y Bienvenido al mundo (2007) sirven para ejemplificar los procesos económicos capitalistas como principal amenaza del medio ambiente

  2. Producto Interior Bruto,